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Donde esté una buena tarde de toros...

Eso debieron pensar los miles de espectadores que se dieron cita en tarde del domingo

Esplá recibiendo el brindis de Morante de la Puebla. ÁXEL ÁLVAREZ

Que se quite el fútbol, y eso que antes del comienzo había escepticismo en algunos corrillos de los pasillos interiores de la plaza sobre cómo afectaría lo del Rico Pérez. Todos deseando mucha suerte al Hércules pero con verdaderas ganas de presenciar y disfrutar de la corrida, mucho más viendo el aire tan bueno que lleva este ciclo fogueril. Las improvisadas tertulias también debatían sobre el acierto o equivocación de los trofeos concedidos la jornada anterior, porque si cada cual lleva dentro a un seleccionador de fútbol, no iban a ser menos con los toros.

Aunque va in crescendo la temperatura, la velada todavía estuvo templada y la gente agradeció como siempre ese aperitivo en forma de pasodoble que ofrece la Banda de Música de la S.C.D. Carolinas, aportando un generoso grano de arena al ambiente festivo, como si ya hubiese comenzado el espectáculo aun faltando quince minutos. En ese momento de la tarde, la bandera que ondea sobre el Castillo de Santa Bárbara se agitaba como si fuese en una popa por la alta mar, casi lo mismo que la que se coloca en el asta del palco presidencial, lo cual nunca es un buen indicio para el desarrollo de la lidia y que por fortuna amainó.

Quizás por ser la fecha que era daba la impresión de que en los tendidos se congregaron personas llegadas desde diversos puntos de la provincia, como los amigos de la Penya Taurina Sant Jordi de Banyeres de Mariola y una oficiosa representación de la iniciativa de Villena es Música que se ha celebrado durante todo el fin de semana en la capital del Marquesado. Pero también aficionados de lugares más lejanos como los fieles partidarios de Paco Ureña reivindicando con vehemencia la reconstrucción del lorquino coso de Sutullena e incluso de latitudes recónditas como unos colombianos exhibiendo su bandera en una barrera del 8.

Con los tendidos tan repletos de personal, resulta una proeza el modo en que los reposteros se desenvuelven por entre las filas logrando atender a todo el mundo con rapidez y eficacia. Incluso alguno utiliza el ingenioso prototipo de un dispensador con asas, tipo maletín de petanca, para ser capaz transportar de una tacada hasta ocho gintonics. Todos los oficios requieren su maestría.

En un callejón abarrotado destacaron el popular Paco Arévalo, el ganadero Justo Hernández y el torero Juan Diego. Más arriba, el novillero Adrián Velasco ya velaba sus trastos de cara a ese compromiso de agosto.

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