La de esta tarde es, sin duda, la combinación más atractiva de la feria. A la presencia incontestable y casi identitaria ya de José Mari Manzanares se añade el que a día de hoy supone el mayor aliciente taurino y taquillero: Andrés Roca Rey. El jovencísimo peruano ha dado una vuelta de tuerca al toreo y ha provocado un terremoto en los cimientos del taurinismo. No es el único de los nombres que son ya una realidad entre los afectos preferidos de la afición, pero sí el que más mueve a las masas.

Roca Rey ha conectado, además, con una nueva generación muy joven de aficionados que necesitaba, como en cualquier otra manifestación artística, nuevos referentes más cercanos en las modernas sensibilidades. Al limeño le sobran aptitudes para poder a todo tipo de toros, como demostró en su cita madrileña con los albaserradas de Adolfo Martín, y solo su propia ambición pondrá límites a sus logros, siempre que le respeten los percances.

Manzanares, por su parte, vive la inquieta tranquilidad de su madurez. Su espada sigue siendo el resorte principal para rematar con triunfo sus actuaciones más importantes, constando ya entre los mejores intérpretes de la suerte suprema de la historia del toreo. Sin acabar de redondear en la Maestranza de Sevilla, su plaza fetiche, quedarse fuera de Madrid en el más exitoso serial de los últimos años le ha privado de mostrar que todavía cuentan su elegancia y sus maneras entre las preferidas de un buen número de aficionados. Las primeras ausencias debido a los constantes problemas de espalda supusieron un contratiempo en un momento tan importante como el inico de la campaña. Arles, Jerez, Aranjuez y Plasencia han jalonado de salidas a hombros esta primera parte de la temporada. Su nombre es una marca que funciona todavía en las taquillas, y ese es un valor que no todos tienen en el escaparate taurino. El hecho de ir apoderado, además, por una de las casas más importantes del empresariado le procura una regularidad en el número de contratos que, sin ser independiente de los triunfos, sí dota de cierta tranquilidad al plantemiento final.

Completa la terna Sebastián Castella, otro de los diestros de la «vieja guardia» que quiere seguir contando. Aunque ni Sevilla ni Madrid le hayan sido propicias, la inercia le mantiene en muchos carteles con los de arriba.

Los toros de hoy llevarán la divisa de Juan Pedro Domecq, todo un clásico en Alicante y un hierro que cuenta con la predilección de aquellos que mandan en la fiesta. Solo queda la duda de la presentación de las reses que saltarán al ruedo, un clásico también cuando asoman los primeros nombres a los carteles en plazas como esta.