La de Manuel Jabois (Sanxenxo, 30 de julio de 1978) ha sido casi siempre una carrera ligada al periodismo escrito y radiofónico, aunque sus pinitos en el mundo literario no han quedado en saco roto. Más de diez años después de publicar su primera novela -en gallego-, 'A estación violenta', y tras algún recopilatorio de sus escritos en su columna de opinión en el diario El País, el periodista ha vuelto con 'Malaherba', donde se mete en el descubrimiento del amor en la infancia a través de los ojos de un adolescente que rememora el momento en el que se dio cuenta de que era gay. Todo un tomo cargado de vivencias, amor, desamor y miedos del que Jabois se siente totalmente orgulloso y del que reconoce que "no me ha costado escribirlo, lo tenía todo en la cabeza".

- ¿Por qué decidiste escribir sobre el amor en la infancia y la adolescencia?

- Creo que no está excesivamente tratado y no sé hasta qué punto ese amor puede ser el embrión de un amor adulto. Esos juegos son habituales en muchos niños, ese juego de las tinieblas siempre me llama mucho la atención, el hecho de que a oscuras nos sentamos más libres para desatar pasiones, sentimientos que tenemos ahí como alarbados y cuando nadie los ve actuamos con más libertad. Qué hace o cómo reacciona un niño al que llevan toda la vida preguntándole qué niña le gusta y de repente, cuando cumple una cierta edad, empieza a pensar que no le gusta ninguna niña, que la persona con la que más le gusta estar, y que no tiene ni puta idea de si eso es amor o no, es otro niño.

- ¿Escribir una novela sobre el amor en esta etapa te hace llegar a alguna conclusión sobre la inocencia?

- En la adolescencia siempre está la ingenuidad del primer amor, que es casi destructiva, porque te hace pensar que ese amor va a durar para siempre. Realmente, siempre que te enamoras piensas que va a durar para siempre, pero la primera vez más porque nunca te han dejado. Los niveles de destrucción son muy grandes. En los 10 años, por otro lado, los niños no tienen ni idea todavía. No sabes, pero empiezas a intuirlo, sabes que hay una desconexión, no qué hay al otro lado, pero sabes que hay otro lado."Me compadezco de quien pierda ese punto de inmadurez que conserva la ingenuidad"

- Para meterte dentro de esas dudas y de la historia del chaval, ¿cómo lo has hecho?

- Echando mano de los recuerdos y tratando de pensar qué haría yo o cómo reaccionaría si hubiese vivido lo mismo, y también dándome unas vacaciones periodísticas de tanta política, sociedad... escribir con todo lo que tienes dentro y que a ti mismo te puede producir pavor, desde tus miedos, tus obsesiones, inseguridades, las primeras enfermedades, primeras muertes, primer amor... todo eso volcado en una historia. El hecho de meterse en el personaje de un chaval de 15 años que recuerda lo que pasó a los 10 me viene muy bien porque todavía hay una parte de mi bastante quinceañera, inmadura. Ese punto de inmadurez me vino muy bien para escribir.

- ¿Ese punto de inmadurez no se pierde nunca?

- Yo me compadezco de quien lo pierda. Si esa inmadurez no es tóxica es algo positivo, conserva la ingenuidad y la ternura. En este libro no se pierde nunca esto, tiene situaciones divertidas y también hostiles, pero siempre hay un hilo de ternura que va de la primera a la última página y eso tiene que ver con ser niño. Tú no sabes todo aun y eso te da ingenuidad. Para mi ha sido algo muy feliz escribirlo. Cuando eres niño hay momentos de felicidad y también de tristeza.

- ¿La felicidad no existiría sin la tristeza?

- Buena pregunta (risas), muy apropiada para un libro que estoy leyendo ahora sobre filosofía. La mayoría de las cosas existen en la medida en la que se pueden comparar con otras. El placer existe, aunque no haya dolor... en general, creo que la felicidad podría existir sin la tristeza. Es verdad que esta es parte de la vida, no conocerla es muy peligroso, aunque conocerla la vas a conocer siempre porque naces y sabes lo que va a ocurrir al final del todo por las personas que más quieres y eso ya te genera una cierta nostalgia de decir que estamos jugando con las cartas marcadas. Para ser feliz buscas los mejores momentos, intentas disfrutar todo, pero en cierto modo es imposible esquivar la tristeza. No sentir tristeza es un poco de psicópatas.

- ¿Tú recuerdas tu primer amor?

- ¡Claro! Cómo voy a olvidarme, imagínate. Tenía 17 años. En el momento en que sabes que no va a durar siempre tardas mucho en asumirlo. Iba a haber segundo amor, ¡qué pesadilla! Ya vas pensando que va haber una segunda ruptura, pero es bonito.

- ¿Crees que un primer amor es parte del proceso de hacerse adulto?

- Es una parte muy importante porque te educa muchísimo en tolerancia, respeto por la otra persona... te educa en lo más importante de todo que es el hecho de que una persona no es tuya, si te abandona te abandona. Puedes intentar volver, pero dentro de un límite, respetando la libertad. Y mira que tienes esa edad y se hacen locuras por amor, aunque hacerlas tú solo, de manera unilateral, es bastante peligroso. El primer amor debería educar en hacer cosas menos benignas y aprender qué no se debe hacer y, sobre todo, en asumir. El desamor te enseña a saber que nadie es de tu propiedad y todo el mundo es libre de dejarte cuando le dé la gana.

- Entonces, ¿enseña más el amor o el desamor?

- Enseña más el desamor, se parece más a la vida. El desamor enseña a resistir, y el amor a disfrutar.

Prensa pura

- Has hablado de que de tu infancia te ha quedado el miedo, ¿qué es el miedo para ti?

- Ahora mismo no hacer el ridículo haciendo declaraciones grandilocuentes, de cosas que no tengo ni idea... y en cualquier momento a cualquier otra cosa. He aprendido a convivir con mis miedos y no pasa nada. Después, cuando se producen, me mantengo y me blindo, es como una espectativa de la desgracia, pero si ocurre no pasa nada. Hay una frase maravillosa de Casas que dice "un hijo es como tener siempre la sartén al fuego". Explica la paternidad, otra cosa que me da miedo y de que le ocurra algo a mi hijo.

- Como novelista y periodista, ¿ficción o realidad?

- Me quedo siempre con la realidad, es material mucho más delicado con el que trabajar, más explosivo, más divertido, puede llegar a tener, aunque a mi no me importe, cierta función social y eso siempre es relevante. Además, estás en directo con la gente, yo no he hablado con los personajes de mi libro, y aunque ha sido muy divertido hacerlo, el periodismo me atrae mucho más. Que el trabajo tenga una repercusión real, que informes a gente que no sabe de lo que estás contando y que levante opiniones...

- En este mundo 2.0 qué hay más ¿ficción o realidad?

- Hay una realidad tan sobreexpuesta, tan contada y por tantos puntos de vista que a veces es más fantástica que la propia fantasía. Cuando la verdad se mezcla con la ficción, todo es ficción. Cuando hay saturación de opiniones y puntos de vista se construye una ficción. Es muy difícil convencer a alguien de lo que lee en el periódico es mentira cuando te está dando la razón a ti. "Siempre han existido informaciones perniciosas o manipuladas porque no existe el humano perfecto"

- ¿Esta sobre información es lo que ha llevado al descrédito periodístico?

- El camino al descrédito ha sido el de los periodistas. Ha habido periodistas que trabajaban directamente con las cloacas, más allá de eso siempre han existido informaciones perniciosas o manipuladas... Nunca ha existido una prensa pura y limpia 100% porque no existe el ser humano perfecto, ese ser de luz que no comete errores ni contradicciones, pero ha habido picos de manipulación.

-¿Hay algún tema del que no escribirías nunca en tu columna?

- Intento hablar de muchos y no hablar de los que no tengo ni idea. Generalmente no tengo ni idea de nada pero leo mucho. Ahora me voy a poner a leer toda la información de mi próxima columna. Lo que cuentan todos los medios. Con todo eso me hago una idea para poder escribir un artículo de opinión, no una tesis o ensayo. Si me dijeras "escribe ahora" no sabría por dónde empezar.

- ¿Alguna vez te has autocensurado?

- Si me autocensuro es porque no entiendo de lo que escribo y me suelo arrepentir de todo lo que escribo más o menos a la media hora, no soy capaz de releer mi sin vergüenza. Quizá esto vuelva a los miedos de los que hablábamos antes. Sobre temas no, si leo y sé de qué va lo escribo. Me planteé que esta novela fuera de un niño trans tras hacer un reportaje pero luego no me atreví, me parecía una falta de respeto pensar que tras hacer un reportaje tenía la potestad de escribir sobre esto, pero no fue algo por no meterme en jaleos.