En la década de los 40 y 50 del siglo pasado, el FBI se lanzó a una campaña de vigilancia y seguimiento a reconocidas figuras como Einstein, Charles Chaplin o García Márquez. En esa lista, también estaba Pablo Picasso, artista al que, por orden del entonces director de la policía federal estadounidense, Edgar Hoover, se abrió expediente desde que se afilió al Partido Comunista en 1944 hasta los años 70.

A principios de este siglo, esa documentación fue desclasificada, aunque parcialmente ya que buena parte del contenido aparece tachado. El artista alicantino Daniel G. Andújar, dentro de su constante reflexión sobre la realidad democrática, se hizo con los cerca de 200 folios que contenían información sobre el genio malagueño. Con ello creó Guernica. Picasso comunista en el año 2012.

Esa pieza, propiedad del Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, se expone ahora en el Museo Picasso de Barcelona, dentro de la muestra En el nombre del padre, una reflexión sobre la relación del pintor con artistas actuales y también una exploración de su legado artístico y vital. Y en este viaje participan una docena de artistas con treinta obras, seleccionados por la comisaria, Rosa Martínez, entre los que se encuentran también Miquel Barceló, Rogelio López Cuenca, Pilar Albarracín, Cristina Lucas o Santiago Sierra.

Son cerca de 15 metros los que mide la pieza de Andújar, integrada por 196 páginas, todas enmarcadas, después de un proceso en el que «hice un pdf de cada documento que ha sido tachado, luego fue fotocopiado y después digitalizado», asegura este artista que ya ha expuesto esta obra en Artium (que se encargó de la producción), el Reina Sofía y el Congreso de los Diputados. A través del expediente de Picasso, «hablo de las leyes de transparencia, como un símbolo de la realidad en España que todavía está lejos de ser lo que debe ser, porque en cuanto a la Guerra Civil y la Transición es una ley muy mejorable».

En esos folios, «podemos ver unas vertientes de la personalidad de Picasso que no son tan conocidas, muestran a un hombre generoso, comprometido políticamente, que es miembro del Comité de la Paz, que para el FBI era una especie de cobertura del comunismo en Europa, pero que en realidad era un símbolo de pacifismo», apunta el artista.

De todo este expediente, destaca que «lo más significativo» son «las cosas que no vemos, las tachaduras». «Ellos lo tachan antes de desclasificarlos porque allí en EE UU, a diferencia de aquí, tú solicitas al congreso que se desclasifiquen determinados documentos, después hay un trámite y ellos tachan cosas que dicen que tienen que ver con la seguridad nacional... y hay páginas totalmente tachadas, enteras».

Para Andújar, que actualmente expone también en la Caja Blanca de las Cigarreras en Alicante, lo más destacado es que «a un artistas se le persiga durante tantos años por ser miembro del Partido Comunista». Y también, «cómo un gobierno extranjero hace seguimiento y persecución a una figura del mundo del arte, un artista español que estaba exiliado en Francia, que se afilia al Partido Comunista en diciembre del 44 y que en enero del 45 ya empiezan a hacerle seguimiento».

Es cierto que entonces Picasso ya era una persona importante, «que empieza a tener mucha relevancia; de hecho el Guernica viajó a Estados Unidos hasta que se quedó en el Moma porque el cuadro comienza a tener problemas de fragilidad». Entonces despierta «preocupación», por «la doble vertiente de miembro del PCE y de artista».

No obstante, el creador de Almoradí apunta que Picasso «era un militante muy suyo, un comunista atípico, no dejaba que nadie le controlara ni le diera recetas de cómo tenía que ejercer de comunista».