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Cuando España empezó a sonar

El profesor de la UA Kiko Mora recoge la producción de música española grabada en fonógrafo en EE UU entre 1896 y 1914, en De cera y goma-laca

Imagen de una grabación fonográfica y de una sala pública de escucha. (U.S. Dept. of the Interior, National Park Service).

Hablar de Telesforo del Campo, Emilia Vergeri, Lucrecia Bori, Juan Codina o Antonio Vargas quizás no nos dice mucho. Pero ellos fueron algunos de los primeros artistas españoles que dejaron su voz y su música plasmadas en los rodillos de cera o los surcos de un disco en Estados Unidos.

Tampoco es conocido que La Paloma, de Sebastián de Iradier, fue la primera pieza musical española registrada en un fonógrafo en ese país, convertida con el paso del tiempo en la más grabada de toda la historia, honor que se atribuye sin embargo a Yesterday de The Beatles.

Corrían los últimos años del siglo XIX y primeros del XX. La industria fonográfica empezaba a ver negocio y se extendía por todo el mundo. Especialmente en Estados Unidos, país donde lo español vendía. El profesor de la Universidad de Alicante Kiko Mora inició en 2016 una investigación en torno a esta temática hasta ahora inexplorada. «Es un campo nuevo, hay trabajos sobre la fonografía en España pero no sobre la fonografía de música española en otros países».

El resultado lleva por título De cera y goma-laca. La producción de música española en la industria fonográfica estadounidense (1896-1914) , un trabajo de más de dos años realizado gracias a una beca del Cioff (Consejo Internacional de Organizaciones de Festivales de Folklore y de las Artes Tradicionales), editor del libro junto al INAEM. Eso le permitió hacer un par de viajes a Estados Unidos; primero a la Foundation for Iberian Music de la City University of New York y luego a la Davidson Library de la Universidad de California en Santa Bárbara que cuenta con el mayor archivo sonoro de Edison (inventor del fonógrafo en 1877) del país.

Los inicios del fonógrafo como negocio en EE UU comenzaron a finales de 1889 cuando se instalaron en San Francisco una serie de fonógrafos que funcionaban con 5 centavos y se escuchaba con auriculares de tubo. «A mí me interesaba más a partir del momento en que los fonógrafos empiezan a entrar en las casas, algo que ocurrió en 1896», destaca Mora. En ese momento son tres las compañías dedicadas a la fonografía: National Phonograph Company (creada por Edison), The Columbia Phonograph y, a partir de 1901, la Victor Talking Machine. «Yo he analizado las dos primeras, por lo que es un trabajo que precisa una segunda edición».

Música de y sobre España

El profesor de la UA destaca que lo primero que se graba son piezas instrumentales, «sobre todo de viento, con orquestas pequeñas de 5 o 10 músicos, y son o bien canciones de autor instrumentalizadas o extractos de óperas». Y, afirma, «no tanto de música española como de música relacionada con España».

La zarzuela es lo que más se graba, aunque «piezas sueltas, no completas porque los cilindros duran cuatro minutos». Y las primeras grabaciones de flamenco que pone en venta Estados Unidos se graban en México en 1904. «Desplazaban un equipo y aprovechaban las compañías que viajaban a México y Argentina; grababan los másteres, hacían las reproducciones en EE UU y se ponían a la venta». El precio, «dependía de la serie, las de música popular costaban 25 centavos y las de ópera, unos 2 dólares».

«La música en español se grabó mucho más que en otras lenguas, porque entre 1900 y 1910 es la comunidad de habla hispana más amplia; y se vendía más en el sur, donde había más hispanohablantes, y en Latinoamérica».

En esta investigación aparecen nombres de intérpretes de la época. El que más graba, afirma, es «Antonio Vargas, un mexicano que trabajaba en las zarzuelas españolas y que dio el salto a California». También los tenores Florencio Constantino, Saturnino Navarro, Adolfo Colombo o las sopranos Emilia Bergeri y Lucrecia Bori «que acabaron como primeras estrellas en el Metropolitan». Y Telesforo del Campo, guitarrista y cantaor que fue «uno de los grandes de la época» y de los primeros en grabar en la industria americana; el cordobés Rafael Bezares o el instrumentista Juan Codina, «suegro de Prokofiev».

«En realidad es descubrir quiénes son los cantantes pop de esa época», concluye. «Me interesaba la idea que tienen los americanos de España a través de la música; al principio, como consumen música con temática española y no zarzuela, que era lo que se hacía en España, se perpetúa la idea de un país rancio y antimoderno».

De cera y goma-laca, materiales con los que se hacían los rodillos y los discos, se presenta hoy, en la librería Sin Tarima Libros de Madrid, organizado por el Círculo Flamenco de Madrid.

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