Los coches eléctricos, aparte de ser menos contaminantes, tienen menos averías. Al tener una media de 1.000 piezas menos, las visitas al taller son menos frecuentes. De igual modo, el mantenimiento es menor: no hay que hacer la revisión anual de filtros y aceites. Son más silenciosos. También pueden aparcar gratis en zona azul para recargar. Muchos ayuntamientos los eximen de pagar el impuesto de circulación. En la parte negativa, siguen siendo más caros que los convencionales, hay pocos talleres especializados y los puntos de recarga no son aún lo abundantes que deberían ser. Sin embargo, los expertos destacan que los inconvenientes van corrigiéndose cada vez más.