P Pregunta en su libro El amante silencioso

R Claro que puede surgir. El amor está presente en nuestras vidas como el odio, la indiferencia, los celos o el rencor. El sustrato de nuestro ser, de nuestra alma, es el amor, por ausencia o por presencia. Es un superpoder que se nos ha dado para llegar al corazón de otras personas. Nadie se quiere ir de este mundo sin probar esa droga, intensa y barata. La vida es turbia pero no contradice nuestra capacidad de usar el amor, que puede ser maravillosa o asquerosa.

P Al margen del contexto de la secta, ¿qué más aspectos trata en su obra?

R Se mezclan muchos temas, como en la vida misma: amor, política, corrupción, caridad, justicia social? Son cuestiones con las que lidiamos en el día a día. La secta también me permite abordar el tema de la manipulación, porque son el gran templo de ello. Traspasan las líneas éticas para llegar a la explotación de los demás. Ahí aparecen las sectas, los maltratos y los desprecios al semejante. El poder pone unos sentimientos sobre otros, también pasa en familias, empresas o parejas.

P La historia que narra recuerda a la de la joven ilicitana Patricia Aguilar...

R Cuando me enteré de este caso, me pareció una historia de mi propia novela. Aunque debo de confesar que mi libro ya estaba en la calle. Los gurús son depredadores, auténticos vampiros. Cuando eres una persona inexperta y crees que tu vida no tiene sentido, te pesca un líder con la ilusión de llegar a un nivel espiritual y de experiencias personales y sexuales que piensas que en tu vida no vas a alcanzar. No solo caen jóvenes, también adultos desnortados e igual de cambiables.

P Su novela discurre por las calles de Mombasa, ¿qué refleja de África?

R África es un continente que sirve para ver nuestro mundo acomodando, nuestros valores, desde otro punto de vista. El chico captado por la secta, Ezequiel, está debilitado por un rechazo amoroso y vaga como un fantasma. Piensa que Mombasa es un lugar en el que la pobreza y las carencias le podrán hacer creer que el abandono de su novia no es para tanto. Sin embargo, se deja llevar por un grupo que también le hace olvidar el resto de su pasado.

P Mañana tiene un encuentro con sus lectores en Elche, ¿cómo vive estas citas?

R Son muy agradables. Me gusta que la gente se identifique emocionalmente con las inquietudes que vierto en las novelas. No voy a decir que es un marco incomparable, porque no me lo perdonaría nunca, pero juntarme con los lectores en un espacio como Elche, con ese Palmeral, que me recuerda a los escenarios de África, hace que disfrute más de la tertulia y la compañía. Y si es con gastronomía de por medio, ya se alimentan todas las vertientes del ser humano: alma, cuerpo y mente.

P Ha ganado premios como el Planeta o el Nadal, ¿qué han supuesto para usted?

R Los premios no son un castigo, está claro. Me han ayudado en mi carrera porque lo que queremos los escritores es que nos lean, llegar al mayor número de personas posible. Y los premios ayudan a ello. Tampoco son medallas para colgarte en la chaqueta, más bien son un impulso para seguir adelante y un reconocimiento a una labor tan solitaria. Reconforta mucho porque cuando escribes están en la absoluta soledad. Te levantas, te pones a ello y no sabes a dónde va a ir a parar todo eso.

P Su libro Presentimientos fue llevado al Presentimientoscine

R Siempre es una ilusión ver tus novelas en imágenes. También genera inquietud por el resultado. Presentimientos fue una película bonita, en la que Eduardo Noriega, Marta Etura y Alfonso Bassave estuvieron muy bien. Era complicado porque el libro trataba sobre la realidad y los sueños. Los guionistas tenían un reto complicado e hicieron reconocible su atmósfera.

P¿Cómo valora el fenómeno del auge de las series y las plataformas de streaming

R Tendría que haber tiempo para todo aunque no le podemos decir a la gente lo que tiene que hacer. Si por mí fuera, pondría a todo el mundo a leer. Las series están quitando lectores y muchas novelas nacen con la vocación de ser llevadas a la ficción televisiva. Todos estamos subyugados a ellas. La gente te dice «aquí veo una serie» cuando lee una novela. No tendría que ser incompatible pero el fenómeno está ahí.

P Lleva más de treinta años escribiendo, ¿en qué ha variado su forma de trabajar?

R Mi tipo de obra sigue siendo la misma y, como no escribo novela histórica, no necesito mucha documentación. Si fuera así, habría cambiado la biblioteca por internet. Me dedico a la literatura existencial, a mis sentimientos. Mis libros han ido variando conforme he ido cambiando yo. En ellos he reflejado mi visión del mundo.