Niño de Elche, flamante autor del aún sorprendente Voces del extremo (2015), insiste en su aproximación de confines musicales en un nuevo disco de estudio, Colombiana, en origen un álbum de «cantes de ida y vuelta», aunque con resultados inesperados.

«Este es el disco con mayor porcentaje de abismo al que me he enfrentado», ratifica en una charla el artista, nacido Francisco Contreras (Elche, 1985) y conocido por convulsionar el mundo del flamenco con sus anteriores entregas discográficas, como el previo Antología del cante flamenco heterodoxo (2018).

En esta aventura necesitaba a la persona que lo ayudara «a superar el prejuicio de lo latino en Europa», cuenta, y lo descubrió en el Festival Periferias de Huesca: el músico colombiano Eblis Álvarez, miembro de Meridian Brothers, banda que apuesta por incorporar sonidos rechinantes de guitarra eléctrica sintetizada y de computadores varios, letras estrafalarias y rítmicas descolocadas.

«Nuestro cometido no era tanto hacer una fusión ni un encuentro desde la universalización del arte, que lo que hace es quitar las impurezas para encontrar solo los puntos en común más desarraigados. Nuestra forma de entenderlo fue más por contraposición, como terapia de choque», explica.

Entre los puntos de contacto que les ayudaron a llevar adelante este trabajo de canciones «cortas y rítmico», Contreras destaca una misma «actitud ante el compás», inspiradas por «grabaciones de los años 20 y 30 muy imperfectas» que encontraron sumergiéndose entre vinilos viejos en Colombia.

«Es una forma de entender el ritmo no tan anclado en la claqueta, ritmos que hoy parecen cojos y que no se pueden bailar. Eso lo tiene el flamenco y también la música latina», señala tras un mes de grabación al otro lado del Atlántico.

El diálogo entre una y otra orilla también convergió «en unas letras o letrillas que cuentan historias, jocosas y con temáticas desvergonzadas» en muchos casos. En Colombiana (Sony Music) se habla además de drogas ( Tangos de ayahuasca), de prostitución y de «colonialismo en el siglo XXI» ( Los esclavos).

«En este trabajo hemos aprendido mucho sobre eso y sobre su relación con eso de la apropiación cultural, tan de moda, un debate completamente absurdo», sentencia Contreras, orgulloso de haber roto a través de las múltiples concomitancias los esquemas del círculo de su productor, quienes defendían arduamente una influencia afroamericana superior a la española en las músicas del otro lado. Convencido de que «músicas del mundo son todas», Niño de Elche lleva la idea al extremo al refrescar el pasado de Bilbao como puerto de comercio de cacao para Latinoamérica y, por ende, punto neurálgico de cantes de ida y vuelta con una cumbia titulada Colombiana vasca junto a la versolari Maialen Lujanbio.

«No intento ampliar las miradas de otras personas. Soy más de escarbar, no en el sentido arqueológico, sino más en el sentido de conectar», precisa Contreras, quien en breve estrenará otro disco junto a Los Planetas y que arranca este álbum con un verso del poeta David Castillo que bien podría definir su filosofía vital y musical: «Me voy a cagar en el muermo».

Para pasear Colombiana por el mundo, Niño de Elche diseñará un espectáculo con temas que lo inspiraron durante la grabación y que no están en el repertorio final del álbum. Se subirá a las tablas de Suena Conde Duque en Madrid el 8 de junio, al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla el 15 de junio y al Festival GREC de Barcelona el 8 de julio.