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Entrevista con Berta Bernard

"Ser influencer es un tipo de vida muy cansada"

Después de abandonar Instagram, donde la seguían casi 100.000 personas, Berta Bernard asegura sentirse "feliz de vivir las cosas y no tener que estar transmitiéndolas todo el rato"

La ex influencer es más libre sin redes sociales. Icíar J. Carrasco

Exponer su día a día en la red terminó llevándola a una espiral de agotamiento de la que decidió salir. Hace ya dos años que cerró su Instagram y Berta Bernard (Madrid, 1988) no se arrepiente lo más mínimo. Con un sólo click dijo adiós a sus 98.000 seguidores y al "sacrificio" que suponía para ella ser influencer, una experiencia ansiada para muchos. De hecho, casi el 40% de los jóvenes españoles reconocen sentirse atraídos por la idea de convertirse en influencers, según desvelan los datos del estudio 'Mamá, quiero ser influencer', impulsado por Ron Brugal, realizado entre más de 800 españoles de entre 18 y 35 años.

Por ello, son muchas las personas que se sorprenden al ver cómo alguien que cumple su sueño decide renunciar a él. En el caso de Bernard, convertirse en influencer fue algo totalmente accidental. "Estaba estudiando Periodismo y empecé en todo este mundo digital. Abrí mi blog de moda en 2011, con 21 años; después me hice Twitter, pero nunca lo llegué a alimentar; al perfil de Facebook no le hice ni caso y después di el salto a Instagram, donde poco a poco fui sumando seguidores", cuenta.

Por aquel entonces, no existía este fenómeno y así, sin saberlo, Bernard formó parte de la primera generación conocida de bloggers, que luego se convertirían en instagrammers y posteriormente en influencers, que, a través de las redes sociales, logran reunir a miles de seguidores en sus perfiles, con quienes comparten sus gustos, consejos y experiencias todos los días. En su caso, advierte, "lo que hizo que la gente empezara a seguirme fue un poco de suerte, mucho trabajo y quizás tener un estilo para contar las cosas".

Se codeaba con gente VIP del mundo de la moda, probaba todo tipo de artículos de maquillaje y belleza, le regalaban ropa de marcas de lujo, asistía como invitada a desfiles, inauguraciones y otros eventos, pero "llegó un punto en el que todo es un poco repetitivo y yo llevaba mucho tiempo entregada a este tipo de vida, que es muy cansada", asegura. Al final, "el resultado es la foto, pero toda la parte de detrás terminó agotándome, así que decidí, sin saber que iba a ser para siempre, cerrar mi perfil durante un tiempo", explica. Fueron pasando los días y nunca volvió.

No obstante, no fue fácil llevar a cabo esta desintoxicación digital. Al principio, no quería saber nada de esta red. "Te juro que estaba horrorizada, estaba alguien a mi lado con Instagram y lo pasaba mal", recuerda. "Ahora no lo echo nada de menos, todo lo contrario, estoy muy contenta de vivir las cosas y no tener que estar transmitiéndolas todo el rato. Siento que he ganado mucho tiempo y que mi vida ha mejorado bastante. Vivo ahora de una manera muy relajada y estoy bastante en paz con la aplicación, si alguien me saca en su Instagram no me importa nada, ya no tengo esa necesidad de comprobar y controlar cómo queda todo", asegura.

De esta forma, Bernard ya no es esclava de los 'likes' ni de los comentarios. Eso sí, reconoce que suele echar un vistazo a Instagram "para ver lo que se cuece en el mundo de la moda". Es por una exigencia profesional, indica, ya que se dedica al mundo de la moda en una agencia de contenidos que ha creado aprovechando todo lo aprendido. "Todos estos años me han servido para conocer muy bien el fenómeno de las redes sociales y al final las marcas vienen a mí precisamente porque yo soy capaz de comprender esta plataforma también desde un lado más marketiniano", cuenta.

Se autodefine como ex influencer, periodista, fotógrafa y escritora y acaba de presentar su primera novela, 'Mi nombre es Greta Godoy' (Planeta), con muchas reminiscencias a su pasado como influencer. "Ha sido un cambio muy orgánico. De repente, he tenido más tiempo para mí, para desarrollar esta novela y otros proyectos creativos que espero que vengan de la mano", señala.

Berta Bernard habla de su primera novela, 'Mi nombre es Greta Godoy'.Vídeo: Aida M. Pereda

Una profesión con "connotaciones negativas"

Uno de cada cuatro jóvenes españoles cree que ser influencer es una de las profesiones 'top' del momento, pero el 47% no lo considera un "empleo de verdad". Lejos de desprestigiar esta profesión, Bernard trata de "dignificarla" poniendo en valor el esfuerzo invisible que hay detrás. "Creo que la etiqueta de influencers es la que mejor se ajusta a lo que realmente es este trabajo, porque tienen un verdadero impacto y una responsabilidad social ya que verdaderamente influyen sobre las decisiones de la gente", defiende.

En su novela trata de mostrar la otra cara de la moneda. "Se ha hecho ver que se cobra mucho, que en el fondo vives fenomenal, pero yo hago ver lo que no está en una foto, cuento lo que hay que sufrir, las cosas que hay que sacrificar y lo que hay que soportar. Cuando María, la compañera de piso, deja su trabajo, Greta le dice 'búscate algo más libre' y ella responde, 'sí, anda, ¿qué voy a ser, influencer como tú? ' Y lo dice en un tono que ofende. A mí me ha pasado muchas veces, que esta profesión, a la que se le dedican muchas horas, tiene esa connotación negativa, pero merece un respeto", subraya.

"Esta profesión, a la que se le dedican muchas horas, tiene esa connotación negativa, pero merece un respeto"

Sin embargo, aunque a más de un 60% de los jóvenes encuestados le gustaría experimentar esta vida de manera temporal, sólo el 14% cambiaría su vida por la de un influencer. Según este estudio, se desprende que las nuevas generaciones son conscientes de la parte menos 'glamourosa' de este trabajo y señalan la falta de privacidad y la pérdida del anonimato como los mayores inconvenientes de ser influencer (77%), junto a la exposición pública y a tener que estar permanentemente sometido a críticas negativas, algo que preocupa más a las mujeres que a los hombres.

La influencer habla del culto a la imagen en las redes sociales.Vídeo: Aida M. Pereda

Lo que hay detrás de una foto "perfecta"

Al principio, Bernard era "la niña más feliz del mundo". "Disfrutaba muchísimo de estar a lo mejor con mis amigas en un barco en Croacia y que mis amigas me pidieran que subiera una foto. Era un juego para todas, se vivía distinto, era más especial", advierte. En ese momento, no había tantas influencers. "Sentía que esa audiencia valoraba mucho más los contenidos que dabas. Ahora tengo la sensación de que en el fondo hay tantas influencers y para mi gusto están todas tratando de triunfar de la misma manera que creo que se está perdiendo el ADN de cada una, que es lo que al final hace que la gente te siga", indica.

Para Bernard, existe "una especie de choque entre tratar de estar contando siempre una historia diferente y vivir la realidad de tu vida, que al final es repetir muchas de las cosas que le pasan a cualquier ser humano". Aunque entiende que cada uno trata de mostrar lo mejor de sí mismo, es consciente de que "aparecen vidas muy 'clichés' y todo el mundo tiene el mismo concepto de la felicidad y trata de estar en los mismos sitios haciéndose la misma foto". En su caso, al ser una persona "muy perfeccionista", señala que le costaba "mucho trabajo" y le daba "muchos quebraderos de cabeza estar todo el rato tratando de estar en la escena perfecta".

Bernard explica lo que hay detrás de una "foto perfecta".Vídeo: Aida M. Pereda

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