Malas noticias

Poco antes de llegar a la Ciudad de México, Balmis envió un mensaje al virrey Iturrigaray. Le anunciaba la llegada de los expedicionarios y esperaba un recibimiento solemne. En realidad no buscaba un pomposo reconocimiento, su objetivo, como se señalaba en la Real Orden que justificaba la expedición, era convencer a los habitantes de las bondades de la vacuna y disminuir el rechazo que ésta podía causar entre la población. Sin embargo, el chasco fue tremendo, Iturrigaray no sólo había introducido la vacuna en la ciudad sino que, además, encontraba innecesario financiar los gastos de la expedición por el territorio del virreinato. En su afán de notoriedad, Iturrigaray había encargado a su médico de confianza Alejandro García Arboleya que consiguiera la vacuna. Tras dos intentos fallidos, al tercero se obtuvo vacuna procedente de Veracruz y se iniciaron las vacunaciones tres meses antes del arribo de la expedición. Iturrigaray, ufano, se vanaglorió del éxito en La Gazeta de México.

La trampa del hospicio

Iturrigaray mostró a Balmis los progresos de la vacuna, que se había practicado 65 veces en apenas 108 días. La pericia de Balmis como vacunador constató que no se estaba actuando debidamente, ya que no esperaban a que los granos tuviesen los 9 a 10 días de maduración recomendados para pasarla de brazo a brazo. Para colmo, en el Hospicio de Niños donde realizaban las vacunaciones se habían producido casos de sepsis en algunos niños, tras administrarles la vacuna. Uno de ellos falleció. Estos acontecimientos generaban desconfianza en las clases más bajas, hasta tal punto que una madre asustada llevó a su hijo al boticario, en busca de un antídoto contra la vacuna. El Hospicio estaba ubicado en los suburbios, con malas condiciones higiénicas y muy cerca de una acequia. Balmis solicitó que se le facilitase otro lugar más céntrico para comenzar a vacunar. Se programaron vacunaciones los días 19 y 20 de agosto en una nueva ubicación, pero no se presentó nadie. Fue necesario recurrir a los hijos de la servidumbre de personas acomodadas para que no se perdiese la vacuna.

La gira mexicana

Afectado y molesto por estos sucesos, Balmis, abiertamente enemistado con el virrey, le solicitó que le facilitase niños para continuar viaje rumbo a Filipinas, pero todo eran trabas y negativas. Ante esta situación Balmis se vio obligado a recorrer los pueblos cercanos a la capital, con un doble objetivo, propagar la vacuna y conseguir los niños necesarios para llegar hasta Filipinas. Así pues, el día 20 de septiembre, llegó a Puebla, donde fue recibido con los más altos honores por su amigo, Manuel de Flon, Gobernador de la ciudad. En menos de un mes vacunó a 9.209 personas. Las vacunaciones se continuaron después de su partida, llegando a las 11.905 antes de acabar el año. En noviembre se desplazó a Querétaro, donde era esperado con ansias y donde se les buscó un alojamiento adecuado. El Corregidor de dicha ciudad, para dar ejemplo al pueblo, fue el primero en vacunar a sus hijos. Continuó su viaje hacia Celaya, llegando el 14 de noviembre y nuevamente fue recibido con los más altos reconocimientos y clamores de "Viva el Rey". En su recorrido hacia el norte, llegó a Guanajuato, donde no vacunó, pero dejó la linfa para que los cirujanos de la ciudad pudieran continuar con las vacunaciones. Siguió hasta León y desde allí a Lagos, pero no fue muy cordial la acogida en estos lugares, por lo que, tras vacunar a 30 personas, continuó en dirección a Aguascalientes y a Zacatecas, donde llegó el día 30 de noviembre recibiendo una agasajada acogida. El 2 de diciembre, partió hasta Sombrerete y Durango, llegando a esta última el 8 de diciembre, donde además de vacunar, estableció una Junta Vacunal. Sólo dos días después de su llegada, Balmis comenzó su trayecto de retorno a la capital para preparar la marcha a Filipinas.

Se evitó el desastre

En sólo 79 días, Balmis y los expedicionarios recorrieron 800 kilómetros, vacunando a miles de niños y dejando establecidas varias Juntas de Vacunación a su paso. A pesar del agobiante trato del virrey, por encima de las dificultades y del desasosiego, Balmis redactó tres documentos esenciales. El primero, los estatutos de las Juntas de Vacunación para las ciudades de México, en los que se establecía la manera correcta de generar una red de abastecimiento del fluido vacunal en caso de perdida. El segundo, los estatutos de La Casa de Vacunación, un buen compendio de cómo debía organizarse el lugar para vacunar. Finalmente, el estatuto de la Junta de Vacunación de Puebla, lugar donde habían recibido la más fructífera acogida. «Se continuará...»

José de Iturrigaray y Aróstegui (1742-1820)

Militar gaditano, fue gobernador de Cádiz (1793-1798) y virrey de Nueva España (México) entre 1803 y 1808, a propuesta de su cuñado Manuel Godoy. Es recordado por su codicia, afán de poder y enriquecimiento. A su llegada a México, además de introducir mercancías de contrabando, autorizó las corridas de toros que había prohibido su predecesor granjeándose la simpatía popular. Durante la invasión napoleónica, intentó coronarse como monarca mejicano por lo que fue capturado en septiembre de 1808 y trasladado a España. Fue juzgado y declarado inocente, aunque una sentencia posterior, dictada tras su muerte, le halló culpable y demostró los desfalcos cometidos durante su gobierno.