P ¿Qué tal sienta un premio de honor?

R Al principio pensé que se lo daban a gente que ya tenía todo hecho, pero veo que es por la trayectoria y me enorgullece mucho que piensen en mi para este premio. Yo me considero una trabajadora, eso sí, muy abrumada y agradecida.

P Trayectoria tiene de sobra: treinta películas, veinte series, teatro...

R Intento elegir. Reconozco que selecciono porque prefiero estar feliz y hacer algo más pequeño pero el proyecto me tiene que decir algo, saber que puedo defenderlo y dar algo que llegue al público. Intento compaginar cine y televisión y teatro, porque al final un actor vive de esto y lo que nos pone es estar trabajando. Hay que aprender también a vivir sin trabajar, yo estoy en ello.

P ¿Pero rechaza propuestas?

R Sí, siempre me tiene que gustar el guion. A veces me gusta el papel pero veo que el guion no me lleva a ninguna parte. También veo con quién juego, qué actores hay, qué director...He trabajado mucho con directores noveles, capaces de escuchar tu propuesta, y he encontrado verdaderos virtuosos del cine con veinte años menos que yo a los que quiero en mi vida. En esta profesión, si eres observador, humilde y te dejas penetrar, aprendes.

P Es una secundaria de lujo. ¿Le faltan más papeles protagonistas?

R He hecho algunos en Contratiempo, de Oriol Paulo, o Secuestrados, de Miguel Ángel Vivas. Cuando hablo de papeles protagonistas me refiero a que son de largo recorrido, que tienes más posibilidad de contar sobre tu personaje, pero luego está el reto de los secundarios, de contar en tres secuencias cosas que no están escritas pero tienes que dar por hechas. Porque un personaje no es solo lo que dice sino también lo que hay detrás. Yo soy una secundaria en este país, he hecho muchas menos protagonistas que secundarias, pero no me interesa brillar más en un cartel y poner en primera plana mi nombre. Creo que al darme este premio a mí se le da visibilidad a un perfil de actriz, que tiene una edad y que al llegar a ella desaparecemos del cine y tenemos mucho que contar aún a nivel emocional, profesional, sexual, y no ser solo «la madre de» o «la mujer de».

P Y defiende igual los papeles de reparto.

R Por supuesto. Mi carrera se ha hecho de papeles de reparto, secundarios, que son bienvenidos siempre. Muchos directores me dicen: «Mira, Ana, esto no es muy grande pero quiero que lo hagas tú». Yo creo que no hay cosas pequeñas y cuando me dan un papel pequeño lo defiendo como si fuera la protagonista de la película.

P ¿Hay alguno que le gustaría hacer?

R Claro. Me encantaría hacer algo en clave de comedia, un poco descerebrada. Y un musical también. No es que cante, pero me pondría las pilas porque me encanta cantar.

P ¿El cine español ha recuperado posiciones entre el público en los últimos años?

R Sí, tenemos nuevas generaciones de profesionales que son verdaderos cracks: Achero Mañas, Oriol Paulo, Sánchez-Arévalo, Alberto Rodríguez, Sorogoyen... Tienen guiones espectaculares que llegan a todos los públicos, aquí y a otros continentes donde llegan los tentáculos del cine español. Luego están los consagrados, como Almodóvar, que considero marca españa, al que admiro profundamente. El cine español es muy contundente y sigue creciendo. Eso de «no veo cine español» se está quedando ya anticuado.