Las artistas ilicitanas Pepa Ferrández y Mª Dolores Mulá se conocen desde hace décadas, cuando daban clase a niños en la Escuela de Pintura Hort del Xocolater. Hace diez años que Pepa se marchó a vivir a Montreal (Canadá) y ahí empezó un proyecto que, sin saberlo, ha acabado siendo una exposición. «Nos echábamos de menos y empezamos a escribirnos cartas, pero luego pensamos que, ya que somos artistas, por qué no nos mandábamos obras que cupiesen en el sobre a partir de un lema», explicó ayer Mulá durante el montaje. El fruto de cerca de una década de correspondencia entre Santa Pola y Montreal, Cartas cruzadas, se inaugura hoy a las 20 horas en la Sede de la UA en Alicante, donde se muestran 31 cartas ilustradas por cada una de ellas, sobres incluidos, además de una instalación y un apartado en el que el público podrá interactuar con las artistas y enviar su propia carta.

Ferrández y Mulá diseñaron una lista de palabras sobre las que trabajar y «empezamos muy cósmicas, con cosas como aire, universo, y luego hemos ido a cosas más reales, como el hielo, que yo allí en Canadá no me podía ni mover muchos días por su culpa, o la ola de calor del verano pasado», aclara Ferrández. Abrazo, zapatos, muerte, pies, distancia, luna, cumpleaños, curvas, nubes, sol, viaje o deseo son algunos de los temas sobre los que han intervenido «y todavía quedan muchas palabras en el diccionario», bromea la de Montreal.

Una vez tenían la obra hecha, ambas se avisaban para meter la carta en el buzón el mismo día con el fin de que las misivas se cruzasen en algún momento. «Lo hacíamos como un ceremonial de disfrute de la vida, de dos amigas que se quieren y que son artistas. Y cuando las recibíamos nos hacíamos la fiesta», explica Ferrández, para quien esta actividad, a casi 6.000 kilómetros de distancia, «ha significado mucho». «Yo me fui a Canadá cuando tenía hecha la mitad de mi vida aquí. María Dolores tiene una vida social muy grande y la mía allí se redujo bastante. Esto, además de hacerme mucha ilusión, me ha llevado a inventar y a probar muchas técnicas distintas que no había tocado», apunta, a lo que Mulá -que además compraba sellos de coleccionista- añade que «hemos hecho de todo, desde esculturas móviles, fotografía o grabado, hasta dibujos, pinturas, collages...».

Ninguna carta se perdió, alguna tardó más que otra, pero agradecen a los servicios de Correos de ambos países que todas llegaran. Su plan es llevar la muestra también a Canadá.

La exposición, reflejo de su amistad, permite reconocer las visiones de ambas sobre un mismo asunto y las sensaciones, más o menos alegres, que vivieron entonces. También reivindica la correspondencia pausada y la emoción de la espera en la cartas escritas a mano, «que muchos jóvenes no sabrán qué es eso», opinan, así como el valor de la escritura, «del disfrute del lápiz sobre el papel» y del tiempo que requiere en un mundo tecnológico e inmediato.

La exposición se puede ver hasta el 30 de mayo (del 18 al 29 de abril y del 1 al 5 de mayo, cerrado).