El encierro lidiado ayer por Victoriano del Río en Sevilla por Resurrección no favoreció el milagro. Llenos los tendidos, con asistentes de tronío como viene siendo habitual (Susana Díaz, Mario Vargas Llosa, Isabel Preysler?), para luego ver cómo los astados se iban viniendo abajo recién pasados los primeros tercios. Casi nada, salvo dos recibos capoteros por verónicas templadas, pudo dejar el Juli en su lote. El cuarto parecía que sí, pero no se acopló el madrileño a su embestida limitada. Tampoco Roca Rey logró responder a la expectación que despierta siempre su presencia. Ni el arrimón sin reservas al quinto valió a los tendidos. Dejó dos quites por chicuelinas de buen aire en primero y sexto.

El primero de Manzanares tenía tanta nobleza como distracción, y al primer vuelo abierto de su muleta buscaba las de Villadiego. Una primera tanda más asentada preludió el vacío. El quinto, que no gustó en los primeros tercios, se afianzó tras una labor muy pulcra, técnica y medida del alicantino. Sin obtener tandas redondas, las remató siempre galanamente con pectorales, trincherillas, molinetes y algún buen cambio de mano. Dos de pecho con la zocata fueron la cumbre del correcto trasteo, que remató de un soberbio espadazo en la suerte de recibir. Una oreja que, en otros tiempos, quizá hubieran sido dos.