La muerte de Paca Aguirre el pasado sábado ha caído como un manotazo duro y un golpe helado, que escribió Miguel Hernández. Y, a su pérdida, numerosas voces de escritores, autoridades y profesores le recordaron durante todo el día de ayer entre palabras de cariño y admiración para quien fuera Premio Nacional de las Letras.

En este sentido, el ministro de Cultura y Deporte, José Guirao, destacó la «voz sosegada» que había encarnado Aguirre entre las minorías, entre «los represaliados del franquismo o a la desigualdad de género». «La poesía era lo que la tranquilizaba en este mundo injusto», agregó. También el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, lamentó la muerte de Paca Aguirre vía Twitter con las siguientes palabras: «Marcada por la tragedia de la posguerra, su obra es un canto a la sencillez y a la belleza. Siempre en el recuerdo».

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, calificó a Paca Aguirre de «imprescindible» apuntando que «lloramos su ausencia al tiempo que reivindicamos su memoria».

El alcalde Luis Barcala definió a Paca Aguirre como «una grande de las letras españolas», al tiempo que expresó «una profunda tristeza a todos los que amamos la literatura y hemos disfrutado de su obra como lo que es, una de las mejores poetas contemporáneas».

Aitor Larrabide, director de la Fundación Miguel Hernández de Orihuela, rememoró los días en que Paca Aguirre obtuvo el internacional de poesía con el nombre del autor de Viento del pueblo, en una biografía, la de Paca Aguirre, que está cosida «a la memoria siempre presente, a la memoria ligada a unos años duros, la ejecución de su padre, que nos recuerdan a Miguel».

El investigador y poeta alicantino Manuel Valero indicó, por su parte, que «probablemente, Francisca Aguirre sea uno de esos eslabones imprescindibles -pienso en Azorín, Miró, Miguel Hernández, Juan Gil-Albert, Carlos Sahagún o Enrique Cerdán Tato- sin los que no se puede comprender la literatura alicantina contemporánea».

La poeta y librera alicantina Carmen Juan pedía leer a Paca Aguirre, porque «es el mejor homenaje que podemos hacerle». A Carmen Juan siempre le fascinó de Paca Aguirre «su capacidad para dar forma al dolor y su extrema lucidez».

La poeta alicantina Pilar Blanco imagina a Paca Aguirre como «una niña que sujeta un libro y huye en su alfombra mágica del horror. Una mujer que apura en unos versos el bebedizo del amor bueno. Una mujer que estrecha un corazón que late como poema en carne viva. Una anciana que abraza un haz de espigas, amistad, amor, infancia, poesía. Paca, nuestra Paca. La que se daba a todos. La que permanece. La herencia inolvidable».

La poeta y coordinadora del ciclo Alimentando Lluvias del Gil-Albert, Cristina Llorens, afirmó que «Paca Aguirre es una voz de mujer, de niña, que tuvo que sobrevivir a la tragedia y sacar poesía de ella. Aguirre tuvo que convertir en encanto las cosas de la vida para huir de la tristeza».

Víctor Manuel Sanchis, profesor de la Universidad de Alicante, reconstruye la emoción vivida en el último homenaje a Paca Aguirre en la Feria del Libro de Alicante, «porque la grandeza de Francisca Aguirre ha estado siempre en su capacidad de convertir las visiones sencillas, el gesto cercano y la palabra comprometida en una de las más altas cotas del arte de la poesía española de la segunda mitad del siglo XX. El reconocimiento de su obra en los últimos años después de muchas décadas sin favores mediáticos habla bien a las claras de un tiempo nuevo en el que la historia de la literatura la escriben también las mujeres valientes. Nos quedará ya siempre su palabra, pero nos queda, nos tiene que quedar también su humildad y su compromiso, su camino abierto».

Joaquín Juan Penalva, profesor de la UMH de Elche, comentó el recuerdo de varios encuentros con Paca Aguirre, uno vivido en el Aula de Cultural de la CAM el 18 de diciembre de 2011 organizado por el IAC Juan Gil-Albert y otro en el ciclo Alimentando lluvias que protagonizó cuando ofreció «como tantas veces, una lección de poesía, pero, sobre todo, una lección de dignidad y de vida».

El poeta Natxo Vidal afirmó que «llegué a la poesía de Paca Aguirre tarde y creo, ahora, que eso fue una suerte. Su trazo limpio y profundo, su valor ético, su aparente sencillez, tan difícil de conseguir en una poesía tan hermosa y comprometida, son un referente para mí desde entonces».

El poeta y escritor Juan Ramón Torregrosa tiene a Paca Aguirre como una mujer «de una generosidad tremenda» siendo «la gran poeta del testimonio». Palabras que, en cierto modo, coinciden con el ilicitano Pedro Serrano, editor de Frutos del Tiempo, quien añade la «extrañeza general» que se ha producido entre los poetas ante la dolorosa pérdida de Paca Aguirre. «En su obra hay un bagaje emocional, un testimonio increíble, con un estilo de poesía cercano, directo». «Comentando con un amigo hace nada, dábamos gracias por haber participado en el homenaje a Paca en la Feria del Libro de Alicante porque estábamos viviendo un momento histórico de la poesía», reflexionó.

La capilla ardiente de Francisca Aguirre está instalada en el Tanatorio de San Isidro de Madrid y su entierro se llevará a cabo, según informó Efe, mañana martes en el cementerio de Tomelloso (Ciudad Real) en el que reposan los restos de su marido Félix Grande.

Autora de «lucidez y dolor»

Francisca Aguirre (Alicante, 1930), Premio Nacional de las Letras 2018, era considerada «la más machadiana» de la generación de los 50. La poeta alicantina ganó el Premio Nacional de Poesía en 2011 con Historia de una anatomía (2010), que también obtuvo el Premio Miguel Hernández. Además es autora de otros poemarios como Ensayo General (Premio Esquío 1995), Pavana del desasosiego (Premio María Isabel Fernández Simal 1998) o Ensayo General. Poesía completa 1966-2000, que recopila toda su obra poética hasta el 2000. La propia Aguirre aseguraba que para ella Machado era «el primero entre los dioses literarios». El jurado del Premio Nacional de las Letras situó su poesía «entre la desolación y la clarividencia, la lucidez y el dolor». Hija del pintor Lorenzo Aguirre, uno de los últimos ejecutados a garrote vil por el franquismo, y de formación autodidacta, Aguirre publicó su primer poemario en 1971: Ítaca, que obtuvo el premio de poesía Leopoldo Panero.