Dice la artista Maribel Quiñones, más conocida como Martirio (Huelva, 1954), que la copla está «metida en el disco duro» de varias generaciones de españoles y, sobre todo, de españolas. Ella lo comprueba cada vez que imparte la conferencia cantada La mujer y la copla en nuestra educación sentimental, un proyecto artístico, divulgativo y emocional que ofrece hoy en el Auditorio de San Vicente del Raspeig a las 19 horas, de entrada libre, organizado por la Concejalía de Integración e Igualdad de la localidad.

La cantante disecciona este género musical tan arraigado en el pasado siglo, y vigente aún, y ofrece un recorrido por sus letras y su historia desde una perspectiva de género: «He escrito sobre la copla y su influencia en nuestra educación sentimental. Hago un repaso a la época, a la moral, los autores y las intérpretes que la cantaban en su etapa dorada y voy haciendo apartados emocionales y cantando fragmentos de coplas. La gente se anima mucho y acaba también cantando porque tiene la copla en el disco duro. Es muy interesante ver cómo se nos han quedado determinadas metáforas, esa forma de relatar el amor y cómo eso ha marcado nuestra forma de ver las relaciones», explica.

La cantante, icono de la transgresión tras sus gafas negras y renovadora de la música popular española desde su primer disco en 1986, Estoy mala, recuerda cantar copla desde niña «porque a mi madre le gustaba mucho, pero no la cantaba nunca como algo artístico sino porque era popular, porque era algo que cantaba todo el mundo».

La mujer ha sido la destinataria y la protagonista de las historias muchas veces desgarradas, que tanto cantaron Concha Piquer, Lola Flores o Imperio Argentina. En ellas «se trataba el amor como un sufrimiento, un desgarro, se exaltaba un deseo inalcanzable; no era un amor reposado, cariñoso o tranquilo. Era un amor de cumbres borrascosas, y nos hizo tener una idea de que un amor normal no servía para nada, y a veces emparentándolo con la muerte y el dolor», apunta la cantante. Por eso, añade, «es bueno reconocer y ver lo que hay, enfrentarse al espejo y no extrapolarla a lo de hoy sino refrescarla».

Martirio, que trabaja en la renovación de la copla desde el 86, afirma que este «es un género que me encanta porque tiene teatro, lírica, la poesía y la música son excelentes y es un retrato de una época con sus costumbres, prejuicios y deseos ocultos» y rechaza su vínculo con el franquismo porque «su origen es muy anterior, lo que pasa es que el franquismo se apropia de la copla porque entonces era la música popular».

Ojos verdes, La Bien Pagá, Torre de arena o Tatuaje son algunas de sus favoritas y las que ella canta. «Yo selecciono las que son imperecederas, no canto nada que no pueda suscribir hoy, siempre canto lo que siento», afirma, tras considerar que la copla tiene mucho camino «en este siglo» ya que «son muchos artistas los que hoy la cantan, desde Estrella Morente y Miguel Poveda a Diana Navarro, Pasión Vega o incluso Rosalía».