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Manuel Vilas: «No me olía el grado de convergencia generacional que tendría ''Ordesa''»

Tras catorce ediciones, Vilas planea segunda parte de Ordesa y abrió el juevesla Feria del Libro de Alicante

Manuel Vilas: «No me olía el grado de convergencia generacional que tendría ''Ordesa''»

P ¿Cómo sería su vida sin haber escrito Ordesa

R (ríe) Pues es una buena pregunta. No lo sé, igual estaba mejor sin haberla escrito.

P ¿Por qué?

R Yo tenía una necesidad literaria de escribir este libro pero, claro, ha levantado muchos sentimientos y muchas cosas por dentro. A los lectores les ha servido muchísimo y, de alguna manera, creo que a mí también. Pero todas las preguntas de carácter moral son complicadas de contestar, esa lo es, y con este libro nada es sencillo de contestar. En algún aspecto, a lo mejor no debería haberlo escrito, porque es como hacer espiritismo literario al haber abierto una vía de comunicación con mi pasado que a veces puede ser angustiosa. Para mí Ordesa es una carta de agradecimiento a mis padres, pero también se cuentan cosas de mi vida privada y esas son las que más preocupación me pueden producir, más que el reflejo de la vida de mis padres.

P A eso iba, porque Ordesa

R Por mi familia actual sí me costó más, porque no estamos muy acostumbrados a este tipo de libros. En otros países sí hay más tradición de libros sobre la verdad de la vida, que sería el tema de este, y a mí, como lector, son los libros que me gusta leer porque me llegan más, me tocan el corazón.

P ¿Qué cree que sus padres habrían dicho al leerlo?

R Esa pregunta últimamente a veces la pienso, pero es que el libro está provocado por la muerte de ellos, nace de su ausencia. Yo imagino que a mi padre, conociéndole, no le habría gustado y, de hecho, una amiga suya que leyó el libro me dijo que no creía que le gustase. A mi madre puede que sí porque era más como yo.

P Dice que su pasado muere con la muerte de sus padres. ¿Lo ha recuperado tras Ordesa

R A través de la literatura, sí. Ese es uno de los milagros de la literatura, la capacidad que tiene de traer el pasado al presente. El libro dibuja uno de los grandes misterios de la vida, que es el amor a tu padre y a tu madre y la pérdida de ambos. Es un misterio universal en la existencia de los seres humanos a lo largo de los tiempos. Yo lo traté y no sabía dónde me metía, simplemente tenía una urgencia emocional porque mi madre murió en mayo del 14 y necesitaba escribir el libro. No creía que me estuviera metiendo en un tema universal, fue por instinto personal, y me di de bruces con algo que no esperaba y con que un montón de lectores tenían los mismos problemas que yo, y esa ha sido la clave del éxito: la identificación de la gente. Pero el universo familiar, que todo ser humano lleva de serie, es un misterio. Vivimos en un mundo de avances científicos, tecnología, descubrimientos, pero sigue habiendo un enorme misterio en el mundo sentimental, en el mundo de los afectos y de las relaciones entre padres e hijos, y mayor aún en el mundo de la muerte. El libro trata de eso, de preguntas que no fueron hechas y se meten en tu cabeza.

P Está escrito a golpe de recuerdos. ¿Fue natural o deliberado?

R El libro sigue las pautas de la memoria y la memoria va por libre: un día recuerdas cosas de hace 30 años y otro de hace tres meses. Los flujos de la memoria son muy libres y azarosos.

P Últimamente habla mucho de amor y belleza. ¿Por qué?

R El amor y la belleza están emparentados. Llevo mucho tiempo pensando en ese parentresco, en cómo uno lleva a la otra. Y cuando evocas el pasado hay belleza también, es una especie de sentido espiritual del tiempo que ya se ha ido. Se habla poco de sentimientos, pero los seres humanos somos sentimientos y este es un libro de sentimientos, que a veces no sabes de dónde vienen ni a dónde van. Yo al hacer este libro me he topado con una palabra que empleo mucho y es «misterio». La vida de tus padres es misterio, la muerte es misterio, el presente es misterio. Y un escritor lo que hace es intentar explorar el misterio de la vida narrando cosas.

P ¿Y tiene más respuestas después de narrarlas?

R No, se ensancha el misterio (ríe). Bueno, ves algunas certezas, alguna serenidad también. Cuando indagas en el misterio de la vida a lo mejor te encuentras con la belleza, que igual es lo último que hay. La vida es bella, como la película de Benigni, que habla del sacrificio de un padre por su hijo. Esa idea es muy hermosa, dar algo por un ser humano es un acto de grandeza. El libro es también un aviso a navegantes porque cuando te llama tu madre y no le coges el teléfono porque crees que es para preguntarte qué has comido hoy, esas llamadas que a ti te parecen innecesarias tú las acabarás haciendo con tus hijos. Hay una circularidad en esas relaciones que no conoces hasta que eres padre o madre y, de repente, cuando la ves funcionar te quedas con la boca abierta y comprendes perfectamente los desvelos que tú generaste en tus padres. Y, como hijo, no conozco a ninguno que esté satisfecho de cómo se ha comportado con sus padres, porque siempre se puede hacer más. Y si hay algo válido en la literatura es explorar en los afectos, y eso es lo que he hecho en Ordesa.

P ¿Le sorprende que un libro tan personal se haya convertido en generacional?

R No podía ni imaginarlo, pensaba que estaba escribiendo algo solo mío. Por ejemplo, cuando cuento que mi padre no iba a ningún sitio si sabía que no había sombra para el coche. Eso era una de las rarezas de mi padre y, al publicar el libro, un montón de gente me dice que su padre era como el mío, que hacía lo mismo (ríe). Yo creía que mi familia era disfuncional y resulta que el 90% de las familias de entonces eran disfuncionales. Ese grado de convergencia no me lo olía, no me lo podía imaginar, y ha sido una de las grandes sorpresas de mi vida: pensar que lo que yo viví de crío como cosas raras de mi familia estaban en el adn de muchas familias españolas. El hallazgo del libro es ese.

P ¿Cómo se digiere el éxito de Ordesa

R Bien, muy agradecido a los lectores y muy contento de que a mucha gente le haya servido a nivel personal. El mayor elogio literario que me han hecho es que muchos lectores me digan que ahora cuando les llama su madre le cogen el teléfono. Si el libro logra ese milagro, creo que me puedo morir tranquilo. Me siento moralmente bien si alguien se da cuenta de lo importante que es su madre, me da mucha alegría interior.

P ¿Y qué se escribe después?

R Pues un Ordesa 2 (ríe), en eso estamos. Una continuación, probablemente, porque me han quedado cosas sin contar.

P ¿Cómo ve el país alguien que vive entre España y EE UU?

R Ahora estoy mucho en España y veo que se dilapidan las energías políticas en cosas que no tienen la finalidad del progreso de una sociedad. Esa pérdida de energía en debates ideológicos bizantinos, que están muy bien si antes has arreglado la vida de la gente. Y no veo que nuestro país esté desarrollando una industria,una tecnología y una innovacion que nos avale en el futuro. Este es un país que se dedica al negocio del turismo, y que está cerrado por derribo con cincuenta mil problemas políticos, la mayoría de ellos inútiles. Un país muy ideologizado, con debate político permanente y de naturaleza casi universitaria. No veo economía productiva por ningún lado y los trabajadores ganan cada vez menos y muchos se quedarán sin trabajo. La izquierda en España no sé de qué demonios habla, pero no de ello, y lo de la derecha lo vamos a dejar estar (ríe).

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