Madre

Los Nicolini eran una familia noble de origen genovés que se había establecido en Alicante a finales del siglo XVI. Balmis era hijo de Luisa Berenguer Nicolini, de la que poco se sabe. Bautizada en la Iglesia de Santa María de Alicante el 3 de febrero de 1727, hija de Joseph Berenguer y Luisa Nicolini, tuvo un total de 9 hijos entre 1751 y 1769, de los que Balmis fue el segundo en nacer. Se había casado en 1748 con Pere Antoni Joseph Bonaventura. Tres hijas y un hijo de la numerosa prole conservaron entre sus nombres el de Luisa o Luis.

Esposa

En un capítulo anterior citábamos las circunstancias que rodearon la boda de Balmis con Josefa Mataix, hija de un cirujano alicantino compañero del padre de Balmis. Además del certificado matrimonial y del bautizo del hijo que tuvieron, aparece en la lista de expedicionarios como receptora en Alicante del sueldo de Antonio Pastor Balmis, su sobrino. También hemos dado noticia de ella en los testamentos de Balmis. No aparece en los dos primeros, figura como casada con Balmis en el tercero (1816) y debió morir poco después, ya que en los dos últimos él se declaró viudo (1818). El curioso documento que ilustra este texto añade misterio a esta relación. En junio de 1789, se remite a México, donde Balmis ejerce como cirujano, una orden para que regrese a España a cumplir con las legítimas obligaciones que tiene contraídas. En el escrito, Josefa manifiesta que no tiene noticias de su marido desde el mes de febrero y que no dispone de medios para su subsistencia. Balmis volvió de inmediato para resolver la situación.

Hermana

Es probable que su hermana Micaela, cinco años más joven que Balmis, fuera su única y mayor conexión con Alicante. Casada con Salvador Pastor, del mismo gremio de barberos-cirujanos, dos de sus hijos Francisco y Antonio acompañaron a Balmis en la expedición. Su hija Gertrudis recibió una cantidad de dinero en los testamentos de Balmis, en los que Micaela figuraba como única heredera. La desconexión de Balmis con su ciudad natal causó problemas a su familia para cobrar la herencia.

Amante

Allá por el año de 1785, hallándose Balmis en México ejerciendo como cirujano se vio envuelto en un enredo. La primera dama del teatro de México, Antonia de San Martín denunció a otra actriz, Bárbara Ordóñez, acusándola de «comunicarse» con Balmis. Otras actrices fueron llamadas a testificar para aclarar si era cierta la acusación. Nada pudo probarse. Ambas pagaron las costas y se prohibió a Bárbara provocar a Antonia. Balmis pasó una temporada sin acercarse al teatro.

Criada

En la licencia de embarque para México efectuada en Cádiz el año 1810, Balmis cita como miembros de «su familia» y acompañantes en el viaje a dos mujeres, Manuela Ruiz y Manuela de San José. Ejercían el papel de criadas. Años después las cita en su último testamento para que se les abonen ciertas cantidades de dinero. Cuando se refiere a la primera dice que «ha sido fiel compañera en los trabajos y fatigas que he padecido en los caminos que he hecho».

Compañera

Quizá la mujer más determinante en la vida de Balmis fue la Rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña, Isabel Zendal. La protagonista femenina de la Expedición de la Vacuna. Enrolada en la categoría de enfermera, acompañó a los expedicionarios hasta México y las Islas Filipinas. Volvió después a Puebla donde se estableció definitivamente. Balmis no escatimó elogios hacia su trabajo como garante de la salud de los niños que transportaban la vacuna. A ella dedicaremos una próxima entrega.

La lectura del texto ha provocado el comentario de una investigadora. Con cierto escepticismo ha dicho «eso es lo que las mujeres somos para vosotros», «madre, esposa, hermana, amante, criada y compañera». No le falta razón, lamentablemente. «Te falta una santa» dice, tomo nota y la añado. «Se continuará..».

Sor Inés de la Cruz

Jerónima Nicolini (1588-1651) antepasada directa de Balmis por la vía materna, sintió desde muy pequeña la vocación por la vida espiritual. Educada con esmero por sus padres, tuvo tres hermanas que también decidieron ser religiosas. Al tomar los hábitos, Jerónima adoptó el nombre de Inés de la Cruz. Al poco de fundarse el convento de las Agustinas Descalzas de l’Ollería se trasladó allí, donde pasó el resto de su vida, llegando a ser priora de su comunidad. Destacó por su humildad y extrema mortificación, convirtiéndose en una referente para otras religiosas. Se dice que han sido muchos los favores, consuelos y curaciones realizados por su intercesión.