El presidente de la Diputación de Alicante, César Sánchez, entregó ayer la distinción de»hijo adoptivo de la provincia», a título póstumo, al artista José Pérezgil en un pleno extraordinario que recabó la unanimidad de todos los grupos políticos con representación en el hemiciclo. Pérezgil (Caudete, Albacete, 1918-Alicante, 1998) tiene una larga trayectoria como paisajista aunque también destacó como dibujante y autor de carteles de las fiestas de Alicante ya que vivió en esta ciudad desde los siete años.

Durante el emotivo acto, en el que sus familiares recogieron este reconocimiento, tomaron la palabra los portavoces de cada formación, así como su hija, Joserre Pérezgil, directora del Museo de Bellas Artes Gravina (MUBAG), quien recordó la figura de su padre. La hija subrayó que «siempre se sintió hijo de Alicante y siempre sintió el arraigo de esta tierra y el cariño de su gente».

El presidente clausuró el evento con una intervención en la que hizo un repaso a la trayectoria personal y profesional del artista, del que destacó su vinculación con la ciudad de Alicante y con la provincia, por ejemplo con Monòver y Xalò, «localidades con arraigo familiar y que constantemente reflejó en sus obra, así como los castillos del Vinalopó».Sánchez recordó que Pérezgil supo captar como nadie los paisajes más emblemáticos de esta tierra y puntualizó que su «obra, inmortal e imperecedera, deja huella en el legado pictórico de su tierra de acogida». «O las encaladas calles blancas de Altea, o el imponente Peñón de Ifach de Calp, o el Hondo de Elche, o las sequias de Orihuela, o las vistas desde el Benacantil o los barrios de Santa Cruz y Benalúa. Trazos a los que se sumaba su pasión por pintar almendros en flor, salinas o casas de pescadores, una constante en su completa iconografía»,dijo el presidente de la institución.

Para Sánchez, «su minucioso y meticuloso proceso creativo, su carácter abierto y sociable, su destreza para reflejar paisajes y entornos lo convirtieron en un artista con personalidad, con duende».

«Soy un pintor que mira la naturaleza según estoy yo y no según está ella», manifestó en alguna ocasión el pintor. La Plaza de San Cristóbal fue el punto neurálgico desde el que desarrolló su trama personal, a la par que la artística. Ese enclave se convirtió en su refugio de vida y en su inspiración para reflejar la esencia de una ciudad con la que se involucró activamente.