El Big Bang, la evolución, la física de las partículas, el efecto Casimir y la energía oscura, Marte y Venus, Orión y la Luna, la dinámica de fluidos, el teorema de Dios... Por extraño que parezca, estos términos y teorías científicas han inspirado algunos de los poemas que los alicantinos Emili Rodríguez Bernabeu y José Antonio Buil han reunido en su último libro, Poesía científica. Un libro editado por la Universidad de Alicante y escrito a cuatro manos, ya que cada uno ha reproducido quince de sus poemas -Rodríguez Bernabeu en valenciano, Buil en castellano y todos traducidos a ambas lenguas- que presentarán el próximo 22 de febrero en la Plaça del Llibre d'Alacant.

Ambos son amigos y médicos -el primero es especialista en Cardiología y Neumología; el segundo, en Medicina Preventiva y Salud Pública- y los dos escriben poesía, aunque Buil considera a Rodríguez Bernabeu (cuya obra poética completa publicó el pasado año el Instituto Gil-Albert) su «mentor» en la literatura, y cuentan que el libro surgió de una de sus habituales charlas.

«Tenemos muchas conversaciones con temas de fondo y la ciencia siempre está ahí, hablamos del impacto que tiene en la vida humana y un día recordamos a un científico al que yo le dediqué un poema, Hubert Reeves, que decía que la ciencia no era la única forma de conocer la realidad. Y ahí nos planteamos hacer poemas teniendo como fuente de inspiración a la ciencia y a los científicos. Y desde luego que fue un reto», señala Buil, que cree que «la ciencia busca ordenar la realidad y con la poesía la dislocas».

Rodríguez Bernabeu apunta que una de las premisas planteadas era «romper esa barrera que existe entre lo literario y lo científico, que no tienen por qué ser excluyentes» ya que tanto la poesía como la ciencia intentan explicar el mundo a su manera y, preguntados sobre qué colectivo ha sido más receptivo a su poemario, si poetas o científicos, desconocen la respuesta: «Nos gustaría implicar a unos y a otros sin que pertenezcan a un gremio concreto. A nosotros, al formar parte de ambos mundos, nos ha sido fácil hacerlo». No obstante, añade Bernabeu, «las obras poéticas siempre tienen una repercusión lenta, porque lectores de poesía no hay muchos, pero cuando lo presentamos por primera vez hubo mucha concurrencia de médicos».

Precisamente la medicina es quizás la disciplina científica que menos versos les ha inspirado -salvo Lección de anatomía, de Buil-. «Eso también es curioso, seguro que nuestros colegas esperaban ver algún poema más y es solo una de las materias. Es bastante amplio el espectro y nos preocupan otras cosas de la ciencia», señala Buil sobre estos versos que contienen referencias a la biología, la geología, las matemáticas, la física, la química la astronomía o la astrofísica. Aproximación a las ciencias puras, Reencuentro con Euclides, Canfranc y los neutrinos, Arco voltaico, Astronomía o La asíntona insensible son algunos de sus títulos.

«Tratamos muchos temas en el libro, desde cosas teóricas, como la energía oscura o el teorema de Dios, hasta ensalzar o recordar a científicos», apunta Rodríguez Bernabeu, entre cuya lista aparecen nombres como Galileo, Odón de Buen, Anton van Leeuwenhoek, Isaac Newton, Steven Strogatz o Ernst Haeckel. Pero no se engañen: no son nombres, ni fenómenos, ni teorías escogidas al azar. Primero han tenido que pensar sobre ellas y sentirlas, según explican.

«Nosotros hemos querido hacer una cosa interdisciplinar para llamar la atención sobre la ciencia y escribir poéticamente sobre ella, sentirla y presentarla de forma poética», explica el cardiólogo, que, aunque advierte de que «hay poemas más ortodoxos y otros más narrativos», reconoce que no todos los elementos científicos son igual de evocadores.

«A veces había que pensar mucho lo que se decía porque tienes que tener un momento de iluminación para contagiar a alguien lo que quieres expresar», destaca Rodríguez Bernabeu, mientras Buil añade que «siempre es complicado pero te dejas atravesar por la ciencia y eso produce unos estímulos porque, si no te conmueves, no puedes escribir».