P Desde luego que todos estos años no has estado ocioso.

R La verdad es que cuando tengo que explicar todos estos años sin canciones nuevas, tengo que meter en medio cantidad de conciertos, de proyectos -a veces de recopilaciones, a veces con Ana-, etc. He tenido mucho trabajo, pero no había escrito canciones nuevas.

P Un álbum con canciones nuevas tiene algo de especial. ¿Cómo lo has vivido?

R Tengo amigos que dicen que no van a escribir ni una canción más porque están hartos de que les digan que las buenas eran las de antes. Lo que te ocurre es una contradicción, porque cuando haces un concierto y tratas de meter las canciones nuevas, la gente se resiste -lo que quiere escuchar es lo que conoce de toda la vida-, pero como artista, creador y escritor de canciones, yo me siento en la obligación de contar lo que está pasando en mi tiempo.

P Me refería más bien al «parto creativo».

R Yo he escrito ahora un montón de canciones, muchas seguidas, como nunca en mi vida, ni cuando era joven. Tenía ahí un tapón, evidentemente. Cuando no escribo canciones lo que hago es tomar muchas notas, a veces de voz, a veces escritas. Y cuando empiezo a componer tiro de todo eso que tengo ahí almacenado y salen cosas.

P Parafraseando el título del álbum, ¿qué es lo que no está en su sitio?

R Yo creo que casi nada. Todo se mueve. Vivimos unos tiempos de bastante zozobra, pienso yo. Nunca pensamos que podríamos tener un gobierno mundial con un señor tan estrambótico. Nadie soñó que este Trump pudiera ser presidente de Estados Unidos, pero al mismo tiempo también en Europa se empiezan a mover cosas realmente feas que nos retrotraen a los años cuarenta y al fascismo casi... Después, la tecnología, que nos desborda continuamente, el exceso de información, aquí meto también las mentiras que se publican en Internet, etc. Son demasiadas cosas las que nos desestabilizan.

P Soy un corazón tendido al sol planteaba un giro expresivo y sonoro a finales de los 60. ¿También es el nuevo disco un punto de inflexión en tu carrera?

R Sí. Hacía mucho tiempo que no me decían que había hecho un disco bueno, y supongo que eso forma parte del desgaste de los materiales, de que te sienten amortizado, de que eres mayor, evidentemente, y nadie se esperaba que escribiese un montón de canciones que hay por dónde agarrar: por un lado sitúan el disco en la contemporaneidad, y por otro lado tocan temas que seguramente no estaban tocados hasta cinco minutos antes de terminar la canción. Todo eso yo creo que ha sorprendido favorablemente a la gente que me sigue, pero también a la que no me sigue tanto, que de repente siente curiosidad por escuchar este disco.

P Has escrito un buen número de canciones sobre la transición. ¿Cómo la viviste? ¿Cómo la ves ahora? ¿Qué te parece esta especie de revisión negativa?

R Yo creo que la revisión negativa se va cayendo por su peso. Eso empezó muy arriba, y yo veo que está bastante más abajo. Explicar la transición a un chaval de 30 años y que empieza a hacer política ahora es un poco complicado, porque efectivamente puede pensar que todos los de la transición se vendieron al enemigo y que no se tiró por otras lindes que habría que haber establecido. Yo, como la viví a fondo, estoy convencido de que se hizo lo que se pudo, y fue mucho, en el sentido de que los españoles dejaron de matarse y encarcelarse entre sí, y eso ya es muchísimo. Y después, evidentemente, hay cosas que uno aceptó en la transición tapándose la nariz, pero muy parecido a lo que ocurre ahora cuando vas a votar...

P En este disco abordas temas dolorosos, como la memoria histórica y las fosas comunes de la Guerra Civil.

R Sí, yo tengo, como tanta gente en este país, un poco de lo que las guerras civiles son: una situación terrible donde se matan hermanos contra hermanos. No quiero insistir mucho en lo que a mí me afecta, pero sí en que no hayamos sido capaces de desbloquear una situación completamente absurda: que por un lado haya un señor enterrado con un montón de muertos a los que él ordenó matar y, por otro lado, el que no hayamos sabido resolver como país el problema de la gente desaparecida. Somos el segundo país del mundo, después de Camboya, con más desaparecidos en cunetas, en fosas comunes? Ya sé que esto es muy complicado, y que nadie lo reclamó hasta hace muy pocos años, pero como yo viví la experiencia de mi padre, y sé lo aterrado que estaba con todo lo que había pasado y lo que podía pasar, él se calló la boca y nunca me contó nada de lo que había pasado ni en el pueblo ni con su familia, pero después han venido los nietos, y les han informado de unas cosas que les parecen aberrantes. No puede ser que uno sepa que tiene un familiar enterrado a 100 metros de su pueblo en una cuneta y no pueda desenterrarlo. Es que son cosas terroríficas? Y que este país, que ha dado tantas vueltas, que ha hecho tantas cosas bien y que no tiene nada que ver con el de hace 40 años, no haya sido capaz de solucionar todo eso, a mí me decepciona muchísimo.

P La canción Digo 'España' tal vez recuerde a aquella España, camisa blanca . ¿Es una declaración de intenciones?

R Sí, es una declaración de intenciones; conciliadora, por supuesto, pero también sirve. Cuando yo escribí España, camisa blanca salíamos de una España en blanco y negro, e íbamos hacia el color, hacia otro sitio. Estoy hablando del año 82. Y ahora es otra España. Yo creo que ahora nos afectan enfermedades de ricos o de gente bien situada. No quiero decir con esto que todo el país esté boyante y que la vida sea maravillosa para todo el mundo, pero sí que notas unas expresiones, en determinadas autonomías, supremacistas: «Yo soy yo, y no tengo nada que ver con uno de Murcia, o con uno de Asturias». Todo eso es ridículo, completamente estúpido. Cuando lees la historia de este país y ves lo que ha ocurrido y cómo se han ido cruzando, y se han ido mezclando las diferentes religiones y las sangres, que alguien venga a estas alturas diciendo «Yo soy yo» es para ponerle la proa directamente. Por eso he escrito Digo 'España', y por supuesto no la arrojo contra nadie ni contra nada. Simplemente es una manera de establecer una concordia con la gente que no piensa igual, que perfectamente puede coexistir con uno que piensa lo contrario, pero también dejando claros los principios.

P ¿Qué es lo que más te duele de España ahora mismo?

R Me duelen mucho los tirones que hay de todos sitios. Hay tirones justificados: todas las autonomías quieren mejor financiación porque quieren lo mejor para la gente a la que representan, pero creo que nos hemos endurecido muchísimo en estos años, y ahora es muy difícil establecer pactos. Echo de menos cuando en la transición se mezclaban demócrata-cristianos con comunistas, con socialistas y con derecha pura, y eran capaces de llegar a un territorio de entendimiento común. Y, en este país, mientras no se consiga eso, estaremos un poco al vaivén de las olas, no anclados en la tierra, sino expuestos al viento que llega y nos barre.