Durante diez años Juan Miguel Suay trabajó e investigó para dar forma a su tesis doctoral en cometas. Decidió culminar sus estudios de Filosofía adentrándose en el objeto de una afición infantil que pronto descubrió que era más que un juguete. Atraído por la vertiente científica del cachirulo, investigó, buscó en libros, buceó en internet y consultó a expertos y científicos para conformar un volumen de 224 páginas cuya protagonista absoluta es la cometa. «Un instrumento científico y tecnológico fracasado», reconoce.

«El conocimiento al final del un hilo. La cometa a través de la historia de la ciencia y la tecnología», es el título de la única tesis doctoral del país en la que se da categoría de objeto científico al juguete volador. A lo largo de sus páginas desarrolla el auge y la caída de la cometa como elemento científico con toda clase de imágenes, experimentos y cálculos matemáticos.

«Los hombres de ciencia del siglo XVIII hacían experimentos científicos usando cometas, en aquellos años se consideraba un elemento científico», destaca Suay, quien sostiene entre sus manos un libro envejecido por el paso de sus tres siglos de vida. Es el «Examen Marítimo» del ingeniero naval y humanista noveldense Jorge Juan, un tratado de mecánica editado en 1776 en el que se aborda el estudio teórico del vuelo de una cometa.

A lo largo de la historia la cometa se ha utilizado como elemento de medición meteorológica, hasta la aparición de los drones se hacía fotografía aérea y todavía hay muchos aficionados a esta práctica; en la I Guerra Mundial fue usada para fotografiar posiciones enemigas; también se han usado cometas para práctica de tiro; se han utilizado para elevar a personas... y hoy hay quienes gracias a ellas experimentan el placer de volar sobre el mar haciendo kitesurf.

Suay explica que uno de sus primeros usos científicos fue probar la naturaleza eléctrica del rayo, el famoso experimento de Benjamin Franklin con el que e inventó el pararrayos. «Hoy le dices a un físico que la cometa es un instrumento eléctrico y se ríe y en el XVIII lo veían bien», explica.

«También durante el siglo XVIII era modelo teórico en la mecánica de la época; y a lo largo del XIX se convierte en objeto tecnológico al desarrollarse diseños especializados para su uso en la observación meteorológica, elevando instrumentos de medición. En la segunda mitad del XIX se convierte en un modelo a escala de la naciente ingeniería aeronáutica para perfeccionar el desarrollo del ala», enumera.

Una tradición que se pierde

El doctor en cometas explica que durante años el día de Pascua era tradición construir y volar cometas en el campo. Una costumbre que se está perdiendo muy a su pesar. Y echa de menos el festival internacional de cometas que se celebraba en la playa del Postiguet de Alicante.

El experto en cachirulos acude a cursos, congresos y centros educativos para defender el papel que la cometa ha tenido en la ciencia siempre que su trabajo como jefe de Innovación Tecnológica del Consorcio Provincial de Bomberos de Alicante se lo permite.

Hace hincapié en su apuesta por divulgar la cometa y por eso también ha llevado a cabo talleres para enseñar a construirlas. «Además de un juguete, es un instrumento didáctico con el que se puede aprender geometría, matemáticas y habilidades», advierte el ingeniero alicantino.

Ávido coleccionista

Su afición por los cachirulos le lleva a emplear mucho de su tiempo libre en buscar nuevos objetos con los que alimentar su ya importante colección. Muchas conseguidas en subastas y en páginas web de anticuarios. Entre sus objetos más preciados se encuentra una cometa original con forma de avión de combate utilizado durante la II Guerra Mundial para hacer prácticas de tiro y que hoy decora el salón de su casa. Otro de sus tesoros es una utilizada en los botes salvavidas de los barcos como antena.

«Tengo muchísimo material porque se ha convertido casi en una obsesión», reconoce el doctor en Filosofía, ingeniero, y persona de naturaleza tan inquieta que también posee un máster en periodismo científico y actualmente está inmerso en la realización de una especialización en astrofísica.

Entre las curiosidades con las que se ha encontrado destaca la que le contó un científico del Centro de Observación Atmosférica de Izaña (Tenerife), cerca del Teide, que es el único lugar de España donde ha encontrado que las cometas tuvieron un uso meteorológico. Las había traído de Alemania en los años 40 el meteorólogo responsable del observatorio porque allí empezaban a estar en desuso. Lamenta que se tiraron y no se conserva ninguna de la época. El experto alicantino sigue entusiasmado por el hecho de que la ciencia una vez tiraba del hilo de una de sus apreciadas cometas.