Pablo Serrano la definió como «una voluntad investigadora». Y no solo porque fuera su marido y les unieran profundos lazos afectivos, sino porque el escultor admiraba la inquietud de Juana Francés (Alicante, 1923-Madrid, 1990). El arte, como no puede ser de otra forma, vuelve a unir al escultor y a la artista alicantina, con una exposición en el Museo Pablo Serrano de Zaragoza, que pretende hacer un recorrido por la extensa producción de la artista, que se encuentra en diferentes museos a partes iguales, cumpliendo su voluntad. Entre ellos, el propio centro aragonés, además de el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante, el IVAM y el Museo Reina Sofía, centros que han prestado piezas a esta muestra, incluido también el Mubag, que se inaugura el próximo día 23 con el título Juana Francés, una voluntad investigadora.

«Es una exposición que se la debíamos a Juana», asegura su comisaria, Pilar Sancet, que propone una visita por las diferentes etapas de la artista fallecida en 1990, «excepto la época de pintura figurativa, que es la menos característica de su trayectoria».

En total se han reunido 53 piezas -15 de ellas procedentes del MACA, 1 del Mubag y 7 del IVAM-, además de un medallón, cuatro obras de Pablo Serrano y documentación. «Hemos querido hacer una exposición diferente; la obra de Juana es la que es, pero hemos seleccionado cosas que hacía muchosaños que no se exhibían o que no se habían expuesto nunca. Ella dejó en su testamento la obra a los cuatro museos, unas 85 a cada uno, por eso hemos pedido obra que no se ha visto aquí».

Es el caso de las llamadas torres. «Realizó tres, cada una de ellas la dejó a un museo (menos al Reina Sofía), y no se han expuesto las tres juntas desde la muerte de la artista». También el de un medallón de plata que ella misma diseñó y se muestra por primera vez. «Juana diseñó algunas joyas y esta era de Isabel Coloma, la mujer de su hermano, Manolo Francés; es un homúnculo decorado con esmaltes». Tampoco se han expuesto nunca unos escritos y apuntes que Pablo Serrano realizó cuando la artista expuso en Lisboa. «Viajaron allí y Pablo iba escribiendo un diario explicando lo que hacían y el montaje de la muestra; es una cosa pequeña pero muy interesante», destaca la comisaria.

La exposición, que está acompañada por un vídeo y se podrá visitar hasta el 5 de mayo, comienza con la etapa de tierras, su época de informalismo puro; continúa con pueblos y tierras de España, «donde cada vez mete más materia, como alfarería, vidrio, con colores muy diluidos y poéticos». Le sigue la etapa del hombre y la ciudad, «una parte muy dura aunque a veces sorprende con algunas obras de mucho colorido; refleja cuando el hombre se ha convertido ya en una máquina, su deshumanización, cuando el hombre sale del campo para ir a la gran ciudad». Y abandona esta etapa para ir a la de los fondos submarinos y cometas, «que sorprende por su colorido».

La muestra se complementa con cuatro obras de Pablo Serrano, «que están interrelacionadas con piezas de Juana Francés, por el humanismo, que era común en los dos». Tanto es así, que el pintor y crítico de arte Eduardo Westerdahl decía que la casa de Juana y Pablo «es un entorno común en defensa del hombre». En todas las etapas aparecen también frases de la propia artista, «porque queríamos que ella misma explicase la exposición y su trayectoria».

Para Pilar Sancet, la importancia de esta creadora «es evidente», porque «es una de las principales figuras del arte del siglo XX español, independientemente de que en su época no se admitía que una mujer pudiera hacer sombra a los hombres, aunque ella no quería hablar de arte y mujer, quería hablar de personas, de trabajadores». Y eso es lo que era ella. «Es una investigadora en técnica y en todo lo demás, todo a base de trabajo que es lo que ella quería reivindicar».

La conservadora del MACA, Rosa Castells, museo que ha aportado 15 obras entre tierras, cajas y fondos submarinos, destaca la importancia de «reivindicar» a esta artista. En este sentido, la responsable del Mubag, Joserre Pérezgil, que ha cedido El hombre y la ciudad, lo considera un homenaje «muy merecido», que «ojalá pudiéramos traer a Alicante».