? El hecho de que solo se conserve una capa de entre dos y tres milímetros del metal de la llave lleva consigo un largo y delicado proceso de restauración para poder recuperar este objeto. «De la llave solo está esa capa superficial, el interior está deshecho, ha desaparecido», asegura Antonio Espinosa. El procedimiento a seguir pasa por rellenar ese «molde» con un material duro, en este caso una resina epoxídica, «que vuelva a dar a la llave resistencia en el interior, de manera que podamos quitar con mucho cuidado las concreciones que la envuelven para dejar a la vista el metal, así que se verá la llave completa, pero rellena de resina, con lo que visualmente veremos la llave de hierro».

El director de Vilamuseu espera que los trabajos estén finalizados a lo largo de este año para que pueda ser expuesta en la muestra temporal que se está preparando sobre el pecio.

Espinosa destaca que no es un hallazgo frecuente. «Lo interesante es que haya salido en esa zona de la cocina, que indica que alguien que la usaba la tuvo que dejar allí de forma precipitada por el hundimiento». Según sus hipótesis, «alguien debía llevarla encima porque tiene como una anilla para colgarla en el cinturón o en algún sitio para que no se perdiera; igual en ese momento estaba colgada en la pared, pero controlada, entonces el barco empezó a hundirse y lo que menos le preocupó fue la llave porque no era un objeto que se dejara en cualquier sitio sin control».