Primer disco doble desde Cajas de música difíciles de parar

Este es un disco hecho con mucha más consciencia. Cajas de música para mí es muy importante, lo que pasa es que a la banda con la que trabajaba entonces le pasé las canciones y nos metimos en el estudio cuando casi no las conocían. Esta vez, planteando un disco largo, tuve la oportunidad de trabajar los temas con más tranquilidad y poner el foco en el ensayo.

Muchos conciben el resultado como un recopilatorio de sus distintos momentos como artista, ¿ve ese reflejo de su trayectoria en el álbum?

Sí. Fue una cosa que me comentó Abraham Boba. Me decía que le parecía como una especie de recopilatorio de mi cancionero actualizado. Lo que yo pretendía en Violética era recoger diferentes sensibilidades con las que te acercas a lo que significa tu oficio. Porque los que nos dedicamos a esto pensamos mucho en el deber moral que conlleva hacer canciones. En Violética hay canciones que hablan de lo íntimo, pero que a la vez no dejan de tener una dimensión social o política marcada. Es algo que aprendí de Violeta Parra, que se propuso una misión: rescatar el folclore chileno.

Habla de la misión de Violeta Parra. ¿Tiene una Nacho Vegas?

Yo no tengo una misión, pero sí unas premisas que cada vez tengo más claras. Una es la honestidad, pero en un sentido muy rígido. En tu vida cotidiana mientes muchas veces, pero en las canciones no te puedes permitir mentir, lo importante es contar una verdad. Para mí también dedicarme a este oficio conlleva un compromiso político.

Eso es una rareza hoy en día en el mundo de la música. La mayoría de los artistas tienden a la equidistancia...

¿Sí? Bueno, hay de todo. Pero mirando a la generación de la que vengo, yo he visto en los últimos años que la música popular debe ser siempre permeable a lo que pasa en el mundo en el que vives. Todos los procesos sociales que han tenido lugar en estos años han calado en las canciones que hacen los músicos. Otra cosa es que luego eso lo lleves un poco más allá y te posiciones de una manera muy clara. Y ahí sí que hay un poco de pudor. Para mí la militancia política es importante, pero también muchas veces la actitud de los grupos dice más de lo que dicen las canciones.

¿Lo personal es político entonces, como se decía en los 70?

Sí, eso para mí es una máxima. Pero lo personal no siempre se tiene que reflejar en los textos. Yo creo que es mucho más importante lo que haces con las canciones que lo que dices en ellas.

Las de este disco las divide entre el amparo y la ternura. ¿Hoy necesitamos mucho de eso?

[Se ríe] Es algo que necesitamos siempre, no puntualmente porque haya un momento de crispación. Mi generación creció con este mantra que te inculcaban, una especie de individualismo posesivo y de consumismo, como que eres una persona autosuficiente que todo lo puedes conseguir por sus propios medios. Pero yo creo que somos seres interdependientes que necesitamos cuidarnos los unos a los otros.

¿También en la música?

Totalmente. De hecho, en el mundo de la música tenemos muy poca tradición asociacionista. Los músicos deberíamos tener un poco más de conciencia solidaria y sindicarnos. Siempre que hay un problema, las luchas solo se solucionan si se encaran de forma colectiva. Y el problema de la música es que hay mucho ego e individualismo.

Su conciencia política se marcaba más a partir de Cómo hacer crac

Hubo una cosa muy importante en aquel 2011, el 15-M. La política bajó a la calle y la gente tomó partido. Fue una cosa muy bonita, pero fue un ciclo de movilizaciones que se acabaron agotando y acabaron dando lugar a la España institucional que entabló Podemos y otras formaciones políticas que tienen que ver con el municipalismo. En Galicia hay algunas muy chulas y espero que sean un referente para poder articular una respuesta desde la izquierda, sobre todo ahora que parece que la ultraderecha está creciendo, que es lo que no esperábamos los que vivimos el 15-M. Pero claro, ya ha pasado mucho tiempo y no logramos lo que esperábamos. Cuando hice Cómo hacer crac se veía una especie de horizonte de cambio, que en Violética se convierte en cierto desencanto.

¿No teme que ese vínculo que mantiene con la política acabe copando su imagen como artista?

Últimamente lo pienso más. Pero la materia prima que utilizo para hacer las canciones es la realidad. No solamente las cosas que me pasan y mis emociones, sino la gente que me rodea y los procesos sociales que tienen lugar en el momento en el que estoy viviendo. Todo eso forma parte de mis canciones. Por muy íntimo que sea un tema, estás posicionándote respecto a una realidad.