«CARMINA BURANA», «DANZAS POLOVTSIANAS» Y «BOLERO» compañía ballet imperial ruso

director artístico gediminas tarandá LUGAR TeATRO PRINCIPAL DE ALICANTE

El Ballet Imperial Ruso, en sus trece años de vida, ha recorrido muchos escenarios con su clásico repertorio y un amplio elenco que garantizan el interés de los aficionados a la danza. Numeroso público en el coliseo alicantino para ver nuevamente a esta prestigiosa compañía que presentó un programa con tres espectáculos diferentes. Empezamos por la última parte. La más aplaudida y la que más de cuatro saborearon en 2001.

Todos conocen la música de Maurice Ravel en su famosísimo «Bolero» (1928);, una de sus composiciones de inspiración española y dedicada a la bailarina rusa Ida Rubinstein. El ritmo obsesivo y la progresión sonora, cada vez más densa y con la misma tonalidad, se nos ofrecen mediante el templo de una diosa en el que el sacerdote ejerce un ritual dirigido a ella. Elena Kolesnichencko, Gediminas Tarandá (director artístico del Ballet Imperial);, las sacerdotisas y el cuerpo de baile, según la intensa coreografía de Nikolay Androsov, sincronizan cada paso y la gran expresividad con la bella partitura.

Muy conocida y brillante es también la cantata escénica «Carmina Burana» (1937);, de Carl Orff, una colección de cantos goliardos de los siglos XII y XIII, o unas canciones seculares para ser cantadas junto a imágenes mágicas. De esto se encargan los bailarines Kirill Radev, Liubov Sergienko, Vladimir Shmigelsky o Yulia Golovina bajo el diseño de la coreógrafa Maya Murdmaa. Buenas combinaciones, atractivas posturas plásticas, saltos y giros que demuestran el alto nivel de los solistas y del conjunto.

«Danzas polovtsianas», de la ópera «El príncipe Igor» (1890);, basada en una epopeya medieval rusa y con las notas musicales de Alexander Borodin, tiene color, sensualidad femenina y vigor masculino. Radev y Kolesnichenko, entre otros, repiten. Aquí con las formas coreográficas de Kasián Goleizovsky en versión de Gediminas Tarandá.