El tiempo pasa, nos transformamos, nos despedimos y volvemos a encontrarnos, pero lo fundamental sigue ahí. Esta es, en síntesis, la esencia de Arbre, el nuevo espectáculo de la compañía ilicitana OtraDanza creado por Asun Noales que estrena el próximo sábado en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA). Será a las 12.30 horas y la entrada es libre limitada al aforo, para un centenar de personas.

«En este caso, necesitaba hablar del momento en el que me encuentro. Es un nuevo cambio de ciclo, para mí y para mí compañía. Nuevos bailarines se han incorporado a nuestro trabajo; otros están en stand-by formándose en otros universos. Y yo sigo aquí creciendo y haciendo crecer a mi alrededor», explica sobre el germen de esta nueva pieza la coreógrafa, a quien cada cambio le provoca «nuevas sensaciones y emociones que necesito exteriorizar. Otros las hablan, yo las bailo. Hacer siempre lo mismo no me define, mi mundo es seguir, jugar e inventar».

Noales afirma que en la actualidad se siente «un poco árbol» tras recordar que lleva al frente de OtraDanza once años, además de otros tantos compaginados con la docencia y codirigiendo otros proyectos; paralelamente, nuevas generaciones que han pasado por sus manos «comiezan a emprender otros proyectos, e incluso algunos valientes creando sus propias plataformas artísticas», expone la directora de la compañía, mientras ella dice identificarse en estos momentos con «echar raíces, con tener unos buenos cimientos, desde donde acompaño a volar a muchos jóvenes y les ofrezco ramas donde posarse. Me siento un poco arbre, y de ahí viene todo este nuevo invento. Mis piezas pasan por mí, por mis vivencias, y ahora toca entrar en la tierra, arraigarse para que las semillas sigan dando fruto».

Arbre Arbreno es el primer estreno de OtraDanza en el MACA, donde también presentó por vez primera Rito, en colaboración con la artista Susana Guerrero. Rosa Castells, conservadora del museo, no miente al afirmar que Asun Noales «es una enamorada de este espacio, que tiene desde siempre mucha relación con la danza. En este caso, los bailarines se irán moviendo por todas las plantas y el público también».

Noales confiesa su «adicción» a los espacios y públicos no convencionales y coincide con Castells en la «relación especial» que mantiene con este museo desde hace años: «Es un espacio, que me tiene enganchada, me gusta, me inspira, conforma en sí mismo y en cada una de sus salas una escenografía maravillosa para ser bailada».

Por ello, lo considera el espacio más apropiado para el formato que ha inventado. «No puedo llevarlo a un teatro con una sola visión por parte del público. Necesito la cercanía, necesito varios frentes, varias ángulos de visión. El MACA siempre nos abre sus puertas y terminar el año bailando aquí es ya como una tradición y será casi como un ritual iniciático a nuevos horizontes», declara.

En Arbre serán nueve los bailarines en movimiento, que comienzan como hojas volátiles, ligeras y sensuales de un trío de jóvenes que forman parte del proyecto GoOD ( Jose Lis, Luis Martínea y Aarón Vázquez, que «son los que están pero se irán»). Después llegan las ramas, con dos bailarinas (una recién incorporada, Rosanna Freda, y otra nueva GoOD, Marta Santacatalina); luego el tronco, la estabilidad, con el dúo de Carmela García y Alexander Espinoza y, por último, las raíces, encarnadas por Noales y Sebastián Rowinsky, que requieren «un peso específico, calidad y años de experiencia», concluye.