Siempre me había costado entender cómo la cuarta provincia en población de España -en ese momento- no tenía una orquesta como sí la tenían otras como Málaga, Córdoba o Tenerife. En ese momento no teníamos ni siquiera auditorio y la idea de una orquesta quedaba todavía más lejana, si cabía, al no tener una posible sede en la que ensayar y realizar los conciertos. Tiempo después llegó el ADDA con su espectacular temporada sinfónica y los más lastimeros presagios nos hacían creer que nos íbamos a conformar -no era poco- con las grandes orquestas que nos visitaban. Sin embargo, el pasado viernes día catorce el sueño de muchos se hizo realidad y se presentó la que, es probable, sea la orquesta que represente a nuestra provincia en el futuro. Verán que estoy hablando todo el tiempo de posibilidades, pero es que ¿qué quieren que les diga? Somos el país de la arrancada de caballo y parada de burro. Las orquestas que les he nombrado antes atesoran ya una trayectoria significativa que va desde la más joven de ellas -la de Córdoba con sus 26 años- a la octogenaria Orquesta de Tenerife. En la provincia y en el ámbito de la música clásica profesional sólo tenemos dos entidades con tal cantidad de años de trayectoria: la Sociedad de Conciertos con cuarenta y seis años y la Orquesta Ciudad de Elche que justamente este año celebra el trigésimo aniversario. Entonces si, por ejemplo, dentro de seis meses desapareciera ADDA-Simfònica, todo habría quedado en una ilusión y eso es algo que hay que evitar a toda costa. Pero hablemos del concierto.

Hay dos cosas que me llamaron poderosamente la atención del programa de mano. Por un lado, el bonito y justo gesto de incluir el nombre y un breve curriculum de los componentes titulares de la orquesta y, por otro, el logo de ésta, que, aunque no dudo que esté hecho con cariño, a pesar de resultar atractivo, recuerda demasiado al de una entidad filosófica-cultural que algunos consideran secta. Me alegró mucho también ver entre los músicos -titulares y no- a jóvenes músicos alicantinos que se han formado entre el Conservatorio Profesional -centro con un edificio que, y esto es una vergüenza, se cae a pedazos- y el Conservatorio Superior de la ciudad de Alicante, lo que nos da a entender que esta orquesta debe ser objetivo laboral de nuestros músicos. El concierto lo conformaron dos obras básicas del repertorio sinfónico que, como no podía ser de otra manera, tenían como denominador común la figura de «el destino» y que fueron interpretadas por la orquesta con vigor y presencia aunque con un tempi que, en ocasiones, pecó de excesivamente rápido, pero que por otro lado estuvo justificado por la celebración que propiciaba la ocasión.

Una buena noticia para Alicante la de la creación de esta orquesta cuya trayectoria esperemos larga y fructífera, ajena a los egos y malas ideas que en tantas ocasiones enturbian la belleza y salud de la que ha de gozar la música.