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«La Gioconda es un producto de marketing»

Gálvez es el comisario de la exposición «Leonardo da Vinci: los rostros del genio» que muestra a un mercenario del arte y a un superviviente del Renacimiento

«La Gioconda es un producto de marketing»

Christian Gálvez (Madrid, 1980) volvió a nacer en noviembre de 2009 al contemplar fascinado «La última cena» que Leonardo da Vinci pintó en el refectorio de la iglesia de Santa María delle Grazie de Milán. «Este tío ha plasmado un auténtico tratado de fisonomía», pensó de inmediato el presentador de Pasapalabra, entregado ahora a dirigir la exposición que se celebra hasta el 19 de mayo en el Palacio de Las Alhajas de Madrid para conmemorar el V centenario de la muerte de Da Vinci, un polímata fracasado que nunca dejó de ser un niño haciéndose todo tipo de preguntas, al que recuperaron los románticos en el siglo XIX para elevarlo a la categoría de genio. El televisivo y autodidacta Gálvez participa además en el Leonardo DNA Project en busca de restos biológicos del artista y entre «rosco» y «rosco» hace hueco en su ajetreada agenda para investigar en Italia a las grandes figuras renacentistas. «La tele me da el tiempo y el dinero necesarios para dedicarme al estudio», reconoce satisfecho. Que un presentador mediático haya sido elegido comisario de esta exposición no ha pasado desapercibido para parte de la comunidad científica que ve en la muestra más espectáculo que arte.

P ¿Cómo era en realidad Leonardo da Vinci

R Ilegítimo, iletrado, bipolar, con déficit de atención, visionario y disléxico. No dudaba en prostituir sus ideales para sobrevivir. Era pacifista pero diseñaba armas de guerra.

P ¿ Qué es para usted lo más excitante de su vida?

R Que nunca dejó de ser un niño preguntándose por qué y para qué.

P ¿Cuántas copias existen de «La Gioconda»?

R Tantas como queramos inventarnos. Hay que avalar la gestión del Museo del Prado que nunca ha vendido su copia como un trabajo de la mano de Leonardo cuando en cualquier otro país lo hubieran hecho.

P ¿A quién representa en realidad?

R Las cinco biografías coetáneas que existen coinciden en que Leonardo retrató a una dama pero discrepan en la identificación de la modelo.

P A usted «La Gioconda» no le parece un gran cuadro, ¿es por ir contra corriente?

R La obra maestra de Leonardo era «La última cena». «La Gioconda» es un producto de marketing que surgió en el siglo XIX en una guerra intelectual y artística entre Italia y Francia.

P Si hasta es motivo de discordia en el fútbol internacional...

R Pues sí. Porque Francia celebró su triunfo en el Mundial poniéndole su camiseta. Eso escoció a los italianos y ahora se extraña el Louvre de que la Uffizi no le preste cuadros para la exposición que está montando.

P ¿Cuál es el secreto de «La Gioconda»?

R En el universo de Leonardo hay menos enigmas de lo que la gente piensa. Creo que lo más importante es conocer la verdadera enfermedad que tiene «La Gioconda».

P ¿Qué enfermedad padece el cuadro?

R Su enfermedad es el miedo que tiene Francia a restaurarlo porque de hacerlo pierde el icono. Leonardo no pintó una gioconda amarilla, ocre o marrón y si restauras esos colores matas el icono. «La Gioconda» está por encima de sí misma y de Leonardo.

P Hábleme de la importancia de la «Tavola Lucana», la obra que viene a España por primera vez y cuya originalidad se discute.

R Es el único autorretrato de Leonardo con todas las condiciones científicas, históricas, literarias y artísticas que nos permite aproximarnos en un 99,9 por ciento a las verdaderas facciones de Leonardo.

P ¿Qué le dice a usted ese polémico autorretrato del artista?

R Nos muestra la historia de un hombre fracasado y perdedor pero que hoy en día admiramos como un genio. Desde el punto de vista artístico y científico, el cuadro muestra un ojo por encima del otro y eso solo se consigue cuando un artista se mira al espejo y cambia de ojo direccionador para pintar un hemisferio de la cara.

P Si Leonardo era bipolar, disléxico e iletrado, ¿de dónde surgió su genialidad?

R La genialidad de Leonardo es un invento del siglo XIX, en pleno Romanticismo.

P ¿Qué motivó esa invención?

R España, Inglaterra y Francia se habían unificado 300 años antes. En el siglo XIX se produjo la unificación de Italia que necesitaba héroes nacionales. Tenían a Petrarca y a Rafael pero les faltaba Leonardo porque lo habían echado de Italia. Fue entonces cuando se inventaron su genialidad porque en el siglo XV no era considerado como tal.

P ¿Cuál era su principal virtud?

R Era un visionario. Italia y Francia se inventaron la hipérbole de Leonardo y crearon un héroe que no lo fue porque fracasó durante toda su vida y solo logró triunfar en Francia.

P ¿Cómo llegó a dominar entonces la pintura, la ingeniería, la mecánica y hasta la hidráulica?

R Por esa polimatía propia del Renacimiento que es una especie de adolescencia en la que ya no se le hace caso a papá Dios. Le vino muy bien ser hijo ilegítimo porque así esquivó un protocolo pedagógico que le hubiese llevado a ser un notario mediocre. Se convirtió así en un discípulo de la experiencia.

P Y llega a Madrid la exposición «Leonardo da Vinci: los rostros del genio». ¿Ha resultado difícil conseguirla?

R España no iba a hacer nada para conmemorar el V centenario de la muerte de Da Vinci así que junto a un socio me propuse organizar esta exposición basada en la iniciativa privada a la que después se han sumado la Biblioteca Nacional, la Embajada de Italia y el Museo del Prado.

P ¿Contará también la exposición con los Códices Madrid?

R Exacto. Están en la Biblioteca Nacional, la otra sede de esta exposición. Todo el legado literario de Leonardo fue cedido a su albacea Francesco Melzi y pasó después a sus hijos que lo malvendieron. Los Códices Madrid son una amalgama de todo, un ejemplo claro de la mente poliédrica de Leonardo que se rescató del olvido en la década de 1960.

P ¿Qué despertó en usted cuando en 2009 pudo admirar por primera vez «La última cena» en Santa María delle Grazie en Milán?

R Una inmensa curiosidad por intentar descubrir al hombre y no al genio. Vi una foto y no una escena religiosa. En ese cuadro hay matemáticas, sfumato, trampantojo y un tratado de fisionomía absoluto. Vi que ese tío era diferente al que me habían explicado en el instituto y en la universidad.

P ¿Por dónde van las investigaciones acerca del ADN de Leonardo, en las que usted participa?

R Buscamos ADN no corrupto de Leonardo no solo a través de restos óseos, sino también en manuscritos donde puede haber fragmentos de pelo, huellas dactilares o, incluso, saliva. Con ese ADN podríamos descodificar gracias a un algoritmo la cara de Leonardo porque el rostro está codificado en nuestros genes. Podríamos saber también porqué Leonardo tenía tanta agudeza visual y hasta descubrir dónde está enterrado Leonardo.

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