Cuando Susana Guerrero (Elche, 1972) habla de sus obras no faltan en su vocabulario palabras como vísceras, sangre, desolladas, decapitadas, dolor o muerte, términos no del todo amables que en ocasiones contrastan con la belleza de sus obras. Ella explica que hay mucho de exorcismo en sus creaciones, que su obra está llena «de pequeñas muertes que te dan la vida y te regeneran» y de la «transformación del dolor en algo purificador».

«La gente ve los exorcismos como algo malo, pero es lo mejor que te puede pasar; sacar de lo más profundo de nuestras entrañas aquello que nos duele», apunta la artista ilicitana, que introduce en muchas de sus piezas la maternidad y la reconstrucción de la mujer tras el parto o de su poder para amamantar. De todo ello, también de mostrar lo salvaje que llevamos dentro, unido a su interés por reformular las mitologías -grecolatinas, mexicanas, valencianas- las tradiciones populares, leyendas, supersticiones o chismes, con los que la artista reconstruye sus propios mitos, habla Susana Guerrero en sus obras.

Anatomía de un mito es el título de la exposición inaugurada ayer en la sala de exposiciones de la Fundación Caja Mediterráneo de Alicante, la mayor que instala Susana Guerrero -«es como si estuviera en mi casa», bromea- y que reúne 29 piezas realizadas en los últimos seis años, la mayoría esculturas, y algunas de ellas «recién sacadas del horno», como las formadas por una serie de estómagos o la última, Arrancarse los dientes.

En la muestra hay obras de cuatro de sus series: La madre y el tiempo, sobre la maternidad, donde el cuerpo de la mujer tiene los órganos cambiados de lugar; No me cortes la cabeza, de mujeres vivas que sanan sus heridas con mirra y sobreviven a su decapitación; Leche negra, manantial de muerte, que habla de la hembra alimentadora y del poder de dar y quitar la vida; y La Desollada, donde Guerrero recurre a la metáfora de arrancarse la piel para convertir la vulnerabilidad en fortaleza.

En todas destaca la carga simbólica que para ella tienen los materiales que emplea -«la genealogía de los materiales», indica- tales como cables, cuernos, agave, cerámica, piel, alabastro, mármol, latón, goma, percebes, uñas o palmeras. «Creo mucho en la carga poética y simbólica de los materiales con los que trabajo, intento comprar poco material y reciclar el material ya usado, como si las cosas ya vinieran cargadas de historias», apunta la artista, que en los últimos años «teje» muchas de sus piezas de cables a mano con ayuda de su madre y sus tías. La última ha sido otra bata de cola de 30 kilos de peso con la que iniciará su espectáculo Sierpe la bailaora flamenca Vanesa Aibar en la próxima la Bienal de Flamenco de los Países Bajos el 9 de febrero.

La exposición permanecerá abierta hasta el 13 de enero y el próximo 12 de diciembre se presentará el catálogo. El vicepresidente de la Fundación, Miguel Valor, considera «un honor tener esta magnífica exposición que repasa la obra de Susana Guerrero».