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Crítica de teatro

"Toc Toc": Éxito excesivo

Toc Toc no pretende reírse de los males ajenos con acritud, pero alguien que padezca esta clase de problemas podría molestarse

Los nueve años en Madrid constituyen el tremendo éxito comercial de una comedia con seis pacientes que presentan trastornos obsesivos compulsivos en la sala de un psiquiatra. Por varias razones, aguardan al terapeuta y salen a colación las conductas repetitivas de cada uno.

Toc Toc no pretende reírse de los males ajenos con acritud, pero alguien que padezca esta clase de problemas podría molestarse. El francés Laurent Baffie y la versión española de Julián Quintanilla ofrecen unos personajes estereotipados y sin hondura, sin ninguna clase de reflexión sobre este tipo de trastornos de ansiedad. De forma fácil o más inteligente, se busca la risa con las actitudes que muestran los actores.

La voz cantante de Esteve Ferrer, uno de los protagonistas y director de la obra, lleva el principal sostén de las ágiles escenas, fluidamente, con rápida capacidad y haciendo cosquillas al numeroso público del coliseo alicantino.

Ferrer sabe que esa agilidad es imprescindible para sostener el tenderete y maquillar la situación cuando los pasajes flojean. Los reiterados impulsos y las obsesiones invaden el espacio escénico. Palabras agresivas y de contenido sexual, contar números, temor a los microbios, asegurarse de haber cerrado el agua o la luz, no pisar las rayas del suelo, repetición de frases y exceso de religiosidad. Cada uno con su tema, y la canción «Cabecita loca», interpretada por Carmen Sevilla. ¿Por qué se ponen a jugar al Monopoly mientras esperan? Un torpe relleno y la continua exhibición de las cuestiones mencionadas con, además de Esteve Ferrer, Carmen Arévalo, Paco Obregón, Ana Trinidad, Fran Sariego, Laura Hernando y Sara Moros, como asistente. Cumplen y la engrasada maquinaria funciona.

Al no llegar aún el especialista, organizan una terapia de exposición y prevención de respuesta para neutralizar las ideas temidas y sus clásicos rituales. Se le saca punta al lápiz con mayor o menor fortuna, y durante algo más de media hora se vive de las rentas con reiteraciones, tics, tópicos y tendencia al desmadre, aunque es posible rescatar ciertas chispas. Aparece la sorpresa, el giro, donde algunas apariencias engañan. Y el respetable toma Toc Toc tan feliz.

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