Memorias de una salvaje (Planeta) es una obra realista y descarnada, combativa y subversiva contra la prostitución y la esclavitud sexual. Un thriller de la escritora alicantina Bebi Fernández con el que «aspiro a cambiar sobre todo conciencias masculinas», las de un público «consumidor o futuro consumidor de prostitución» ante un problema y lacra social sobre el que «nos hemos adormecido» e increíblemente anestesiado: «España se ha convertido en el segundo país con más turismo sexual, es decir, la gente viene aquí a follar, tal cual, y eso es terrible», indica Fernández, @srtabebi en Twitter con más de 590.000 seguidores. «Pasamos en coche por la autovía, nos cruzamos con el cartel de neón y no vemos lo que realmente hay, que son chicas que están siendo esclavizadas sexualmente... y pasamos... es muy fuerte. Tenemos esclavas sexuales ahí en frente, en nuestras ciudades, en Alicante, València, Madrid y nos da igual. ¿Y por qué? Si fuera un psicópata que las tiene encerradas durante años y las viola todos los días pondríamos el grito en el cielo... y sin embargo son nuestros maridos, profesores, jefes, amigos y parejas...».

Bebi Fernández, la autora alicantina con pseudónimo y rostro oculto, que ni imparte conferencias ni realiza presentaciones en público, cree firmemente en una literatura sinónimo de cambio, capaz de despertar conciencias críticas y reavivar cerebros aletargados. «Lo que observo y me preocupa está en la novela. Son los neones de la carretera que sabes lo que significan, que es un puticlub, pero los ves tanto y tantas veces, te bombardean tanto esos neones, que no eres capaz de ver lo que hay dentro, y hay que ser radical, ir a la raíz, y ver lo que hay dentro de ese puticlub, ver lo que está pasando. Somos personas que vemos pero no entendemos, y eso mismo ocurre con las redes sociales. Te bombardean de información, y somos jóvenes informados pero muy poco concienciados. No somos capaces de llegar al mensaje real. Nos quedamos en el concepto de las cosas», reflexiona Fernández, involucrada hasta el final con la denuncia de su obra: «Estoy dispuesta a sacrificar cualquier premio literario con tal de extender mi mensaje».

Bebi Fernández tiene oficio, ya que la literatura se desentiende del fenómeno de las redes sociales y acata con justicia la verdad que solo dictan los lectores. Por eso Memorias de una salvaje está entre los libros más vendidos de España, y lo mismo ha ocurrido con sus dos anteriores poemarios. «En Twitter hago mensajes de crítica costumbrista, soy más maleducada y soez, entonces claro, cuando luego me lees, y te llevo a mi plano emocional y tan intenso, la gente se sorprende mucho. 'No me lo esperaba', me dicen. Mi éxito como escritora viene de eso», comenta.

Con referencias a Virginia Woolf y Jorge Franco, Bebi Fernández se define como lectora «femenina y feminista», constructora de una novela con retazos de verdad y mentira, de realidad y ficción, a partir de una notable documentación. Lo suyo, afirma, es una literatura sin sesgos ni estigmas, por y para todos los públicos. «Las mujeres hemos sido muy prolíficas, pero a lo largo de toda la historia hemos tenido que escribir bajo el anonimato, con nombres de h0mbres, porque las mujeres no teníamos ese rol adaptado a lo literario, teníamos otro rol de la subordinación. Éramos las musas, no las artistas. Éramos las creadas, no las creadoras. Y si existe una literatura femenina, y hay algo para lo que estamos luchando, es que la literatura que escriben las mujeres parece que solo esté abocada a ser leída por mujeres, y eso es algo que tenemos súper enraizado aquí, cuando las mujeres no escribimos para mujeres, escribimos para el mundo. Pero solo nos leen las mujeres. Y me da mucha rabia que la literatura femenina se consuma femeninamente», apunta Bebi Fernández, quien agrega que: «Yo he escrito dos diarios poéticos que no son para nada para mujeres, y me atrevería a decir que el 85% de los lectores son mujeres. ¿Y por qué? Es muy difícil que un hombre se atreva a leer la novela de una mujer, porque quizás no la considera tan importante o tan buena. Hay todavía una literatura femenina y otra universal. Estamos ahí, en la otredad. Fuera del círculo».

Bebi Fernández insiste que es «como un golpe de bate en la sien» cuando dicen que las mujeres forman parte de la «historia del hombre», y advierte los peligros sobre una sociedad y educación que atribuyen la producción cultural al hombre y la domesticidad a la mujer. «Las cosas no están muy bien, y eso pasa también en la literatura», concluye.