Su primer artículo publicado en Madrid fue en La España Artística en 1892, aunque hasta ahora se pensaba que había sido en El País en 1896. Se escudó tras el seudónimo de Weeper, con el que firmó en el periódico La Federación entre 1897 y 1899, y ahora se han registrado 26 artículos desconocidos que utilizaba para impulsar sus propias obras. También se ha documentado una publicación más en Arte Joven -con el título La emoción de la nada, de abril de 1901-, que contaba con un joven Pablo Picasso como responsable de las ilustraciones.

Estas son algunas de las aportaciones que el periodista Juanjo Payá incluye en La forja de un periodista. Azorín (1891-1906), tesis doctoral, dirigida por el profesor Miguel Ángel Lozano de la Universidad de Alicante, que fue calificada con sobresaliente cum laude. Un trabajo de investigación desarrollado a lo largo de cinco años que ha quedado plasmado en 746 páginas que recogen material inédito: quince cabeceras nuevas en las que publicó y 103 artículos desconocidos hasta ahora. Una aportación a la que suma además una reactualización del listado de artículos del escritor de Monóvar, a partir del trabajo de otros investigadores, como Inman Fox, Christian Mano o José Ferrándiz Lozano.

Archivos y bibliotecas

«Localizar las nuevas cabeceras donde firmó a veces ha sido un poco de suerte, pero sobre todo meterme a fondo en la cuestión», asegura el ya doctor, que trabajó, entre otros, en los fondos de la Biblioteca Nacional de España, la Biblioteca Nacional de Francia, el archivo digital de Levante EMV del grupo Prensa Ibérica, el Centro de Memoria de Madrid, el Arxiu de Revistes Catalanes, el Archivo Histórico Provincial de Alicante, la Casa-Museo Azorín o el servicio de Prensa Histórica del Ministerio de Cultura.

En este último fondo documental encontró material muy valioso. «Me metí en todos los periódicos alicantinos, página por página, y encontré artículos hasta ahora inéditos en La Correspondencia de Alicante, El Alicantino, El Liberal y El Correo, entre otros».

Especial interés tienen sus colaboraciones en el periódico La Campaña de París, donde Azorín pudo darse a conocer fuera de España. «Solicité a la Biblioteca Nacional de Francia que me enviara el periódico escaneado y me encontré con el artículo El horror de Montjuich, en el que describe al detalle y en primera persona las terribles torturas a las que fueron sometidos los supuestos culpables del atentado anarquista de Barcelona en 1896».

Para Juanjo Payá, fechar en 1892 la primera publicación del escritor en Madrid, y en un periódico cultural como La España Artística, descubre «a un joven de 15 años que enviaba artículos desde Monóvar a Madrid para que se los publicasen, hablando del teatro en Alicante, de por qué no se representaban las obras en la provincia y que el público tenía derecho a verlas». Eso, asegura, «nos dice que ya era un chaval muy inquieto que se estaba formando como periodista».

Aspectos biográficos

Escarbando en archivos y hemerotecas, el autor de la tesis, que afirma que su referente para este trabajo ha sido su padre, José Payá, director de la Casa-Museo Azorín, también ha conseguido poner luz sobre algunos aspectos biográficos del escritor. Tuvo que afrontar dos duelos a muerte contra compañeros de profesión. También se había dicho que permaneció impasible sobre la debacle del 98, «algo rotundamente falso porque hay docenas de artículos en los que se posiciona contra la guerra con los EE UU». Y cuando le despidieron de El Mercantil Valenciano no fue por sus críticas a Galdós, como se dice, «sino por el cariz anarquista que iban tomando sus artículos».

Cuando llegó a 1906 paró la investigación. «En esa fecha ya se había formado como periodista, yo lo que hago es una reconstrucción de cómo nace y empieza a crecer ese periodista, y en 1905, cuando firma las crónicas del viaje del Rey a Londres, ya tiene estabilidad y se reconoce su firma».

Después de esta ardua investigación, Juanjo Payá destaca su nueva visión sobre el escritor. «Fue un defensor a ultranza de los sectores más desfavorecidos, como el campesinado, y fue quizás el primer periodista en defender la libertad sexual de la mujer y el divorcio». Además, «entendí que era posible hacer un periodismo didáctico».