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José Ramón Sánchez: «El capitán Ahab de Pou es más humano que el mío»

El dibujante de la novela gráfica Moby Dick, José Ramón Sánchez, considera «un milagro genético haber hecho este cómic con 80 años» - El ilustrador cántabro participa hoy en las Jornadas del Cómic

José Ramón Sánchez tenía una deuda pendiente con Moby Dick desde su juventud, que no saldó hasta hace bien poco. El dibujante y pintor cántabro se encerró durante un año con lápiz y papel para cumplir uno de sus sueños: dibujar un cómic de la obra de Herman Melville. Y lo logró con 80 años, algo que califica de «milagro genético». Hoy, el Premio Nacional de Ilustración 2014 participa en las Jornadas del Cómic de Alicante para contar detalles de esta obra de 642 viñetas sobre la ballena blanca, que publicó Panini en 2017 con texto adaptado de Jesús Herrán. Y mañana acudirá al Teatro Principal de Alicante a ver de nuevo a Josep Mª Pou en el papel del capitán Ahab que, asegura, «es más humano que el mío».

José Ramón Sánchez (Santander, 1936), que marcó a toda una generación por sus dibujos en programas infantiles de los años 80 como Sabadabadá o El kiosko, apunta que leyó Moby Dick por primera vez con 15 años en una versión reducida «y ya me fascinó. No era como Mark Twain, ni Dickens, ni Walter Scott. Después la volví a leer a los veintitantos y añadí la obra a mis sueños de poder ilustrarla algún día», explica el dibujante, que no obstante ilustró en el año 2003 la obra completa con 80 óleos a color.

«Mi hijo -el cineasta Daniel Sánchez Arévalo- dice que esa es mi obra maestra, pero yo creo que no. Yo siempre pensé que cuando llegara a dibujar bien haría un cómic de Moby Dick y eso no fue hasta los 80 años, que pensé que me quedaba el último tranvía para hacerlo antes de morir, y me puse a dibujar, solo dos horas y media al día, porque había tenido un ictus. Así estuve durante un año entero: cuatro meses para documentarme y hacer las maquetas y ocho para dibujarlo», cuenta.

El autor cree que la mayor virtud de esta novela gráfica de 176 páginas es haberla realizado «a lápiz, sin ningún medio digital ni programa, ni nada. ¡Si no tengo ni móvil! Lo hice a lápiz sobre una cartulina de principio a fin. Y ha sido un éxito, ese fue mi techo, mi canto del cisne, donde dejé todas mis energías. Y doy gracias a Dios porque haber hecho un cómic como este a los 80 años es un milagro genético», bromea.

Tampoco ha acabado Sánchez aborreciendo la obra de Melville sino todo lo contrario: «¡Qué va! Me sigue gustando mucho, y ahora está en el teatro con [Josep Mª] Pou, con quien tuve un encuentro mágico [en el teatro Goya de Barcelona]», relata, y explica que él hizo el cómic antes de ver la obra donde el actor catalán encarna al capitán Ahab, «personaje que yo había dibujado como un loco peligroso, con pocos rasgos humanos, y al ver la obra descubrí que había intentado humanizarle, que su capitán Ahab era más humano que el mío, y a mí me conmovió el de Pou. Quizá si hubiera visto la obra antes también lo habría humanizado un poco».

Sobre si Melville vería con buenos ojos su adaptación, el dibujante cree que «le habría encantado, porque a todos los artistas les gusta que añadan algo a su obra».

Hoy, con 82 años, José Ramón Sánchez se enfrenta a otro de sus retos, dibujar la infancia y juventud de Jesucristo «porque me fascina que ningún héroe ha terminado tan mal como él y no se sabe nada de su infancia. Yo me la he inventado y la tengo en marcha pero no me está saliendo bien; es un proyecto inútil, imposible. Eso se queda para los grandes de la pintura», bromea este «artesano» que confiesa haberse pasado la vida «persiguiendo sueños y locuras. Tengo un mundo muy imaginativo y eso es fundamental para pasarlo bien». Preguntado si no se anima a hacer algo con su hijo, responde: «Él tiene su camino y yo el mío. Somos dos payasos que se tiran los trastos. No nos hace falta hacer nada juntos porque él está en todo lo que hago y yo en todo lo que hace él».

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