Normalmente Antonio Najarro se comunica a través de la danza. ¿Es más fácil que hablar?

Antes sí, pero ahora te tengo que confesar que no. Me gusta mucho comunicar. De hecho es una de las acividades que más hago desde que soy director del BNE, dar conferencias por todo el mundo y no solo sobre danza.

El lunes viene a Alicante para hablar de La mirada de la danza española . ¿Qué es lo que ve?

Yo la mirada que tengo personal de la danza española es muy abierta, una mirada muy generosa a la hora de dar todo tipo de información y visibilidad, es una mirada absolutamente permeable con otras artes. Es una mirada obsesionada, entre comillas, por visibilizar la danza española.

Forma parte de la junta directiva de la Academia de las Artes Escénicas. ¿Cuál es su pretensión ahora que puede intentar cambiar las cosas desde dentro?

Pues impulsar lo que es el valor de la danza y en mi caso, y de manera más personal, la danza española que es única en el mundo, desde la escuela bolera al flamenco. A estos valores quiero que se les dé el trato que se merecen.

¿ Sigue siendo la danza la hermana pequeña de las artes escénicas o se ha quitado ya el complejo de inferioridad?

A ver. Yo ahora te puedo dar dos prismas. Un prisma interno, desde el BNE, que muestra que llenamos todas la representaciones, además de estar metidos en una vorágine de actividades sociales, con niños, con discapacitados. Pero es cierto que desde el prisma general, el sector privado necesita un gran impulso. A mí no me gusta quejarme, pero sí hay que ponerse manos a la obra y conseguir un espacio televisivo semanal de danza, en el que se muestre de forma dinámica y comprensible la danza de nuestro país. Uno de los problemas es que no se conoce.

¿Pero no como los concursos de baile de televisión?

Los programas concurso de danza son estupendos porque crean afición y si alguien se anima a bailar al verlo en la tele me parece magnífico. Otra cosa es el mundo profesional, el que tiene que machacar su cuerpo, el que viaja toda su vida en compañías privadas, el que tiene que irse. Y eso hay que mostrarlo en otro formato, pero de una manera positiva, cercana, ágil y divertida.

¿Por eso ha impulsado un libro de fotografías sobre los 40 años del BNE y el primer videojuego para niños sobre danza?

Pues es que es necesario que los niños se conciencien de lo que tenemos y de que nos sintamos orgullosos. España es un país que tiene un potencial artístico enorme, mayor que otros países, pero ellos lo aprovechan mucho más y le sacan mayor rentabilidad económica. Nosotros no nos lo creemos. Nuestra labor es que el niño que juega con un videojuego de danza española piense «qué chulo» y que los valores de tenacidad, sacrificio -en el buen sentido-, trabajo, respeto al maestro, compañerismo, los lleve a la sociedad.

La compañía cerrará la temporada del 40 aniversario el mes próximo con un recorrido por su historia en el Teatro de la Zarzuela. No habrá sido fácil.

Ha sido muy, muy difícil. Yo me he basado en las dos premisas en las que me baso en casi todos los espectáculos del BNE: mostrar los cuatro estilos de danza española y abarcar el mayor número de propuestas coreográficas de grandes creadores asociándolo con los directores que han pasado por el ballet. Y lo más importante es que tiene que tener un ritmo, una agilidad, un latido...

El próximo año se acaba su etapa al frente de esta compañía. ¿Qué ha conseguido y que le queda aún por hacer?

Son siete años que han pasado rapidísimos. Hemos conseguido muchísimas cosas. Hemos sido un equipo hipertrabajador, muy involucrado, con mucha ilusión. Hemos hecho muchas actividades solidarias, de acción social, hemos coreografiado desfiles de moda, exposiciones fotográficas, hemos hecho una programación recuperando el 50% del repertorio y el otro 50 de nueva creación. Ahora hay que seguir luchando por dar visibilidad a la danza españa. Y el Ballet Nacional de España tiene que ser una gran vitrina de esa riqueza.

Parece que la construcción del Teatro de la Danza en Madrid es un hecho. ¿Hay más sensibilidad política?

Lo necesitamos como el beber. El BNE necesita tener un teatro con temporadas estables, como cualquier capital del mundo. Lo tiene la Compañía Nacional de Teatro Clásico, el Centro Dramático Nacional, hay un Auditorio Nacional para música, pero no hay un teatro para la danza. Es un cúmulo de todo. De la sensibilidad que pueda tener un responsable político y también de que llevo presionando en eso y en la mejora laboral de los trabajadores del BNE desde que entré.

¿ Si yo fuera su alumna, me aconsejaría irme de España o aguantar y luchar aquí?

Es muy difícil. Ahora mismo soy positivo y confío en que las cosas van a mejorar. Yo ahora mismo te diría que intentaras quedarte. Si te tienes que ir pues espero que pronto puedas volver y presumir de ser una gran artista en tu país.

¿Qué va a hacer cuando cierre la puerta del BNE?

Pues ahora mismo no lo estoy pensando mucho. Tengo muchas propuestas artísticas. Acabo de coreografiar para el equipo nacional de natación sincronizada, que ha sido una experiencia estupenda; estoy muy involucrado con la moda. Y puede ser también que retome mi compañía de danza privada. No me ha dado mucho tiempo a pensar.