¿Qué te motivó para empezar a escribir?

A mi abuelo le gustaba mucho leerme y mi madre me regalaba muchos libros, poesía infantil y obras del estilo. Mi abuelo me leía y yo le pedía (con 3 años) que siguiera la lectura con el dedo. Luego me lo aprendía de memoria, lo repetía y la gente se sorprendía: «¡La niña sabe leer!». Ahí empezó un poco el gusto por leer.

Después, por escribir... fue porque, hasta que nació mi hermana, pasaba mucho tiempo sola. Vi que podía pasar mis historias al papel y crear mi propio universo. Escribí mi primera novela con 16 años, pero se quedó en un cajón de donde no volverá a salir (risas). Presenté un relato a un concurso de la Semana Cultural, y después en certámenes de antologías, relatos, poemas... hasta que gané el IV premio de novela romántica de Harper Collins.

Es decir, el primer libro te lo editaron porque ganaste el premio, y los siguientes vienen porque están satisfechos contigo.

Exactamente.

En muchas ocasiones el primer libro implica autopublicarte o morir, pero tú te saltaste ese primer paso...

Lo más difícil es el primero. No te conoce nadie, las editoriales no apuestan por ti y, al fin y al cabo, esto es un negocio. Si no les puedes proporcionar cierto beneficio... Yo no lo había escrito para enviarlo a ninguna parte, lo escribí por gusto y probé suerte el último día antes de que se cerrase el plazo. Me llevé la sorpresa de mi vida, porque para nada me esperaba ganar.

¿Habías publicado antes en Internet, por Wattpad o alguna plataforma del estilo?

Sí, tenía un blog. Empecé a escribir una historia juvenil. Tenía bastantes seguidores, pero luego con la universidad no tenía tiempo, me desanimé un poco y lo dejé. Después hice una novela histórica cortita, de unas 100 páginas, y la presenté a un certamen de Andalucía, donde quedó finalista pero no ganó. Me hizo mucha ilusión, porque fue lo que me hizo darme cuenta de que quizá sí que podía valer para esto.

¿Y ahora te dedicas únicamente a escribir?

Trabajo en un instituto como profesora de Castellano, estoy haciendo un doctorado en Narrativa Juvenil, preparo oposiciones y, cuando me quedan ratos, sigo escribiendo. No es que piense «ojalá pueda vivir solo de escribir», porque me gustan las otras cosas que hago, pero sí que me gustaría poder compaginarlo todo mejor y dedicarle más tiempo. No lo veo como un trabajo, sino como algo que me gusta.

¿Qué referencias tienes a la hora de escribir? ¿Qué te inspira?

Nunca he leído mucha novela romántica. Cuando era adolescente, lo que más leía era literatura fantástica. De hecho, la novela que ganó el concurso de Harper Collins iba a tener un final distinto, prácticamente una parodia del género romántico, pero vi que no encajaba. Hay patrones que se deben seguir, como que siempre hay un final feliz. En el romántico tú sabes que vas a sufrir, que va a haber un tira y afloja en la pareja, pero que al final todo va a acabar bien.

Tú te dedicas al género romántico, que generalmente se asocia con lectoras femeninas. ¿Qué opinas del desarrollo de tu audiencia? ¿Hay chicos, se abre el espectro, sigue habiendo mucho prejuicio...?

He notado que hay mucho prejuicio. Me he movido mucho en redes sociales, que son las que te permiten estar en contacto con tus lectores, y he visto que los hombres se resisten. También las mujeres, aunque parezca mentira, son las que en muchas ocasiones atacan el género romántico y opinan que no vale tanto como, por ejemplo, el policiaco.

Es curioso cómo el romántico puede generar rechazo, y sin embargo suele funcionar muy bien cuando se combina con otros géneros, como con el fantástico (por ejemplo en las Crónicas de Idhún, o en Cazadores de Sombras) o el histórico (como en la saga de Los hijos de la tierra).

Creo que hay un poco de hipocresía, porque criticamos al romántico por hablar del amor, y luego todos, en nuestro día a día, no hacemos otras cosa que hablar de amor. De la gente que nos gusta, que conocemos, que nos hace daño, flechazos, el pasado, el futuro... ¿qué problema hay en que un libro se centre exclusivamente en la relación de pareja (aunque yo no lo hago en mis libros)? Ahí hay cierto rechazo que quizás se deba a que estamos en una sociedad donde nos cuesta expresar lo que sentimos.

Decía Juan Gómez-Jurado que a quien minusvalorara la literatura infantil y juvenil le gustaría darle en la cabeza con las obras completas de Roald Dahl. Es algo que afecta mucho a la estos libros, es como que valen menos...

Al no estar dedicado a los adultos, parece que no les aporte nada, cuando, en realidad, tiene una doble lectura. Hay una parte que el niño no es capaz de ver y otra que, desde la perspectiva adulta, tampoco solemos percibir, quizás por haber perdido ese matiz infantil e imaginativo. A mí, personalmente, me choca un poco y me da cierta rabia. Igual que hay muchísima literatura mala para adultos, la hay para niños, pero también hay mucha de calidad de ambos tipos, que es la que genera buenos lectores.

¿Hasta qué punto es importante elegir bien las lecturas de los niños?

Es imprescindible. Justo, hablando de Dahl, estamos leyendo ahora en 1º de la ESO "Boy", y les encanta. Los que han visto Charlie y la fábrica de chocolate enseguida se dan cuenta de coincidencias entre ambas lecturas, o relacionan personajes de estas obras con Matilda. Así trabajamos también la intertextualidad sin que se den cuenta. Libros, cine, música... Como docentes, hermanos mayores o padres debemos estimular que se lea de todo, dándoles un punto crítico y dejándoles ver que hay obras con una mayor calidad literaria, y otras en las que no encontramos ciertas cosas.

En la ideología del feminismo actual, el romanticismo está en muchos casos asociado al machismo. ¿Qué piensas sobre esto?

Pienso que hay parte de razón en eso. Ahora he empezado a leer bastante romántico, sobre todo de compañeras que también escriben, y yo tengo la suerte de que ellas no promueven esas relaciones tóxicas, con micromachismos, pero también hay muchas novelas que son «booms» literarios, que se venden y se consumen por chicas muy jóvenes, que aún no tienen la mente bien formada, y promueven todo lo contrario. Relaciones de dependencia, de estar atada a alguien, de permitir cualquier actitud hacia ti, de arrastrarse y volver... Yo procuro evitar todo eso al escribir, mis diálogos están cargados de humor e ironía. De hecho, cuando mis alumnos se enteran de que escribo, a mí me da miedo que lean algo que yo haya escrito y piensen que si su profesora, que es una persona que respetan, dice que ciertas actitudes son normales, quizá deban aplicarlas. Por eso tengo muchísimo cuidado. Intento que se rechacen estos comportamientos, tanto entre un hombre y una mujer como entre dos mujeres. En mi próximo libro, y también en el primero, hay personajes homosexuales, es un tema que quería tratar.

¿Tus alumnos siempre quieren leerte?

Siempre. Incluso estaban en la presentación de mi último libro. Ahora se han enterado en el nuevo instituto, y mira que yo procuro no decirles nada, ni siquiera mencionar mi apellido, porque lo primero que hacen es buscarte en Google. Yo no puedo, ni quiero, impedirles que me lean, porque no tengo nada que esconder ni creo que mis libros estén cargados de temas tabú, que son otro problema de la literatura juvenil. Creo que tiene que tratarse todo, pero desde un punto de vista que favorezca que los chavales entiendan que en la vida no todo es bueno ni es malo, y ayudarles a que se enfrenten a esas cosas y que cuenten con la gente que les rodea, sus padres, sus amigos... y no se encierren en sí mismos.