P ¿Qué es el Proyecto Brain?

R Es un proyecto a larga escala similar al Proyecto Genoma Humano. Está pensado para desarrollarse en quince años y cuenta con un presupuesto de 6.000 millones de dólares. Ahora estamos en el año cuatro y en él están participando 400 laboratorios en Estados Unidos y otros cien en otros países del mundo.

P ¿Participa algún laboratorio español?

R No. La mayoría son de Europa, Asia, Japón, fundamentalmente, e Israel.

P Este proyecto lo puso en marcha la anterior Administración, ¿no lo ha podido parar el señor Trump

R No porque echó a andar antes y contó con el apoyo unánime del Congreso. Votaron a favor de él tanto demócratas como republicanos.

P ¿En dónde radica el interés de este proyecto?

R Es interesante por tres razones. La primera de ellas, científica porque persigue conseguir herramientas que nos permitan entender cómo funciona el cerebro. La segunda, por razones médicas. Si sabemos cómo funciona la máquina podremos anticipar o tratar los trastornos mentales y las enfermedades neurológicas.

P ¿Y la tercera?

R La económica. Así se lo vendimos a Obama, como una inversión. Ten en cuenta que por cada dólar invertido en el proyecto del genoma humano, quince años más tarde se han recuperado 124 dólares.

P Explíqueme mejor esta vertiente económica.

R Las compañías tecnológicas más potentes del mundo, sus buscadores inteligentes de información, están basados en las redes neuronales. Por ello, si conseguimos descifrar cómo funciona el cerebro, cómo lo hace un cerebro humano o uno animal, se producirá una revolución tecnológica. Todos los actuales ordenadores, basados en un sistema menos complejo, quedarán anticuados.

P ¿Qué conocemos del cerebro?

R Conocemos mucho. Llevamos más de cien años estudiándolo pero solo a nivel molecular y celular. No sabemos cómo se interrelacionan estos circuitos. Para hacerlo más comprensible, nuestras neuronas son como los píxeles de una pantalla. Tenemos que desarrollar la tecnología para ver todos los píxeles unidos y la imagen que forman en la pantalla. Esta idea provocó muchas críticas que estuvieron a punto de truncar este proyecto.

P ¿Por qué?

R Porque decían que el desarrollo de esta tecnología costaría mucho dinero y, si lo consiguiéramos, obtendríamos tantos datos que no sabríamos qué hacer con ellos. Afortunadamente intervino a nuestro favor el impulsor del proyecto genoma humano, George Church, y gracias a su defensa yo y otros cuatro investigadores estadounidenses pudimos vender el proyecto al ministerio de Ciencia de Obama.

P Cuénteme alguna anécdota en torno a esta iniciativa.

R Inicialmente se llamaba Proyecto BAM, por sus siglas en inglés de Brain Activity Map (Mapa de la Actividad Cerebral), que curiosamente rimaba con Obama. Pero al presidente no le hizo mucha gracia y decidió cambiarle el nombre.

P Resulta extraño que Trump no haya intentado pararlo.

R No lo ha hecho porque no depende de él, sino del Congreso. Aunque te diré que antes de que llegara a la presidencia estuve en seis ocasiones invitado en la Casa Blanca. Con él he ido una y para manifestarme a favor de la Ciencia en sus inmediaciones, detrás de la verja.

P Detálleme un poco más en qué consiste el proyecto.

R Esperamos ir mapeando la actividad cerebral en animales cada vez más complejos y llegar hasta el del hombre dentro de unos diez años. Pero el hecho de que podamos trazar el mapa del cerebro humano no significa necesariamente que vayamos a entender como funciona.

P ¿Por qué?

R Porque detrás de todo comportamiento humano, de toda actividad mental, hay 80.000 millones de neuronas y conexiones entre ellas. Y, además, el objetivo del proyecto Brain no es solo conocer la actividad neuronal, sino también modificarla, hallar técnicas para hacerlo.

P ¿Abriría esto la puerta a la curación de enfermedades mentales y neurológicas?

R Podría hacerlo como también permitiría conocer los mecanismos de la memoria, de la agresividad, de la creatividad...

P Todo esto es maravilloso pero alguna pega habrá...

R Sí. Soy partidario de que la neurotecnología y la inteligencia artificial vengan acompañadas de reglas éticas.

P ¿Cómo cuáles?

R Hablo de neuroderechos que se tendrían que incorporar a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y que serían una salvaguarda para preservar la privacidad mental de cada persona. Evitar que una empresa pueda acceder a tus deseos, ambiciones o esperanzas con fines comerciales. En definitiva, proteger a tu cerebro porque eres tú.