Miguel Herrero Herrero es el director del Festival de Cine de Sax que ejerce además de productor, guionista, escritor e investigador. De hecho, varios de sus libros ya han sido reseñados en Días de cine, el programa cinéfilo de referencia en España, al tiempo que recorre eventos y salones con presentaciones de sus obras. La última fue este pasado fin de semana, durante el popular Salón del Manga de Barcelona, con Cine japonés, un amplio ensayo sobre géneros, directores y temáticas más representativas sobre el séptimo arte del país del sol naciente.

Así, en Cine japonés, Herrero ahonda en las particularidades del celuloide japonés entre samuráis, los «yakuzas» (mafia japonesa), los «kaijus» (equivalente a bestia extraña o bestia gigante, como Godzilla), el «anime» (cine de animación nipón), el erotismo o de terror con una selección de las 100 mejores películas con más de 200 imágenes a color. Y, a su vez, aborda el fenómeno cultural del cine japonés a partir de sus particularidades y puntos de interés como lo pueden representar el español, francés o italiano.

«Es un cine que suele tener una tendencia al 'tempo' lento y pausado, con mayor duración, mayor profundidad y un gusto sobre lo tradicional más contemplativo, más poético y lírico», comenta Miguel Herrero, quien agrega en su listado «imprescindible» de séptimo arte del país del sol naciente títulos como: Rashomon (1950) de Akira Kurosawa; Cuentos de Tokio (1953) de Yasujirô Ozu; Cuentos de la luna pálida (1953) de Kenji Mizoguchi; Los siete samuráis (1954) de Akira Kurosawa; Japón bajo el terror del monstruo (1954) de Ishirô Honda; La condición humana (1959) (trilogía) de Masaki Kobayashi; Yojimbo (1961) de Akira Kurosawa; La tumba de las luciérnagas (1988) de Isao Takahata; Akira (1988) de Katsuhiro Ôtomo y Mi vecino Totoro (1988) de Hayao Miyazaki.

En este sentido, para Miguel Herrero, el cine japonés registra además un «gusto por el detalle con el uso de planos fijos, generales y tomas largas» que le convierten «más atmosférico, que va desde mantener su estilo y temáticas más tradicionales a la transgresión de los géneros y a un cine más extremo».

¿Pero por qué llega a España tan poco cine japonés y sí numeroso cine «de dudosa calidad» norteamericano? ¿Y cómo se explica que algunas cintas japonesas, del género de terror o fantasía, hayan sido tan mal adaptadas por parte de la industria de Hollywood? Para Miguel Herrero, esto es un reflejo de la actual industria cinematográfica. «Sucede también con el cine de otros países. Es la abusiva industria americana y el poco riesgo que se tiene con el cine menos comercial, también por el bajo nivel cultural. Los festivales de cine, cada vez más y mejores, y plataformas como Filmin, ayudan a dar visibilidad a buena parte del cine japonés», señala el investigador alicantino, quien añade que «el género del 'Kaiju Eiga' (las películas de monstruos japoneses) y las del género del 'J Horror' (cine de terror japonés) beben de la historia, la tradición y la cultura japonesa, si le quitas ese contexto, esa atmósfera y esos códigos pierden su encanto».

Sea como fuere, las nuevas alternativas digitales ofrecen más contenidos de cine japonés como Netflix, que ofrece un amplísimo catálogo de «anime» con títulos clásicos.