El festival anunciado ayer en Valencia tenía muchos matices. Para empezar, quería erigirse como la gran celebración dentro del Día de la Tauromaquia determinado así por la Fundación Toro de Lidia. Además, parte de la recaudación iba a parar a la lucha contra el cáncer, a la fundación en memoria del niño Adrián. Ni matadores, ni ganaderos, ni médicos, ni personal de la plaza cobraron para apoyar ambas causas. La climatología no acompañó, a pesar de lo que se registraron más de tres cuartos de aforo cubiertos.

Por la mañana se había dado la primera parte festiva con espectáculo de recortadores, tauromaquia del pueblo, a pie de calle. Alguno pensó que quizá la diversidad de encastes matinal (Adolfo Martín, Victorino Martín, Partido de Resina, Torrestrella, Saltillo, Samuel Flores) debiera haberse continuado por la tarde.

La polémica también rodeó a la nómina de toreros anunciados, de la que se cayeron por motivos personales escasamente aclarados Andrés Roca Rey y Alejandro Talavante, y por motivos físicos Cayetano Rivera, y se añadieron finalmente el rejoneador Fermín Bohórquez, Álvaro Lorenzo y Román.

Fermín Bohórquez lidió con variedad a caballo un astado de su ganadería del que se llevó el primer trofeo de la tarde.

Enrique Ponce lidió un toro de Daniel Ruiz que lucía calidad y falta de fuerzas a partes iguales. Con el capote le cuajó buenos momentos a la verónica y por chicuelinas, y con la muleta el de Chiva le extrajo tandas pulcras por ambas manos, escasas de emoción pero templadas y mecidas. Dos orejas muy de festival, como casi todas las otorgadas.

Lucido quite de zapopinas dibujó El Juli a su novillo de Garcigrande. Comenzó con la muleta engarzando pases por alto muy quieto, que llegaron mucho al tendido. Luego hilvanó dos tandas diestras largas y exigentes para el buen astado, y otras dos al natural de templado trazo y mano baja. Circulares de todo cuño, trincheras, luquesinas, afarolados... todo lo admitía el animal, al que pasaportó de volapié trasero muy eficaz. Dos orejas para el torero y vuelta al ruedo para el astado.

Manzanares tuvo delante a un novillo de Núñez del Cuvillo que mostró flojedad evidente desde los primeros compases con el capote. Se le cuidó en extremo (triste expresión) durante los primeros tercios y llegó algo más repuesto a la muleta. Dos primeras tandas con la derecha surgieron templadas y bien rematadas con sendos pases de pecho. Al natural no se arreglaron animal y lidiador, y de vuelta a la mano diestra se apreció ya cierto desorden tanto en la embestida como en las telas. La estocada algo contraria dio paso a la concesión de una oreja.

Un novillo de Juan Pedro Domecq alegre y encastado permitió lucirse a Román tanto en un quite variado con el capote como con la franela. Siempre en la distancia larga, el animal repitió las embestidas con emoción. Más valeroso y variado que pulcro y templado. Dos pinchazos previos a una estocada. Oreja.

Álvaro Lorenzo cuajó por ambas manos al buen novillo de Daniel Ruiz al que remató de sensacional estocada y se llevó también dos orejas, mientras que el novillero Borja Collado pechó con la casta problemática del último de Fuente Ymbro, al que le cortó dos orejas a base de tesón por el pitón derecho.