Carlos Acosta no quería ser bailarín. Soñaba con ser futbolista. O Michael Jackson. El empeño de su padre fue decisivo para que llegara a convertirse en el primer Romeo negro del Royal Ballet de Londres, tal y como cuenta Icíar Bollaín en Yuli. La película, presentada ayer en la sección oficial del Festival de San Sebastián, está basada en la autobiografía que Acosta publicó en 2007 y entrelaza su complicada historia familiar con el trasfondo de los últimos 40 años de la historia de Cuba.