Su nuevo disco llegó tres años después de su anterior trabajo y una extensa gira. ¿Le apetecía volver a grabar?

Siempre me apetece volver a grabar después de un tiempo. Lo necesito, aunque nunca haya vivido de las ventas de discos. Es más, siempre fui un mal vendedor de discos. Mi carrera transcurrió más por las carreteras comarcales de los shows en vivo y el boca a boca que por las autopistas de las ventas discográficas o los éxitos mediáticos. Hacer un disco siempre fue una experiencia personal y artística: una manera de revisar el estado de mi vida y mis canciones, en un momento dado de mi vida. Y además, aunque es difícil vivir directamente de los discos, estos generan conciertos y giras que me encanta hacer, y es además con lo que traigo dinero a casa.

El disco parece repleto de paradojas desde el título, Salvavidas de hielo

Las paradojas no me preocupan. Es más: me parecen un motor para el conocimiento. Hacen reflexionar y ver las cosas desde dos ángulos contrapuestos. Y el título del disco (aparte de un ejercicio poético) es una oda a lo efímero, a las cosas que aunque breves, nos mantienen a flote. Saber que las cosas son efímeras me hace valorarlas más, celebrarlas.

El primer tema del disco dice: «Estamos vivos porque estamos en movimiento. Yo no soy de aquí, pero tú tampoco».

Todas las canciones son hijas de su época, sólo que algunas lo reflejan más claramente, como «Movimiento». Es una manera de ver los movimientos migratorios en el contexto de la historia de nuestra especie. Siempre hemos migrado para sobrevivir. No es algo nuevo, nos define como especie el buscarnos la vida migrando. De alguna manera (viéndolo en tiempos históricos), todos somos recién llegados al lugar en que estamos. Hemos pasado la mayor parte de nuestra existencia como especie en un lugar pequeño de África, del que todos venimos. Y hoy estamos en todos lados.

Muchas de las canciones están dedicadas a personas o están asociadas a momentos concretos. ¿Siempre compone pensando en alguien?

No, no siempre. A veces entran la fantasía y la imaginación como herramientas narrativas.

En el disco sólo suenan guitarras, aunque en muchos momentos parece que suenan una enormidad de instrumentos. ¿Cómo surgió la idea de la construcción de canciones solo con guitarras? ¿Intención de poner un límite?

Sí, los límites me parecen muy importantes para el proceso creativo, aunque parezca paradoja. Como decía Igor Stravinsky: «Cuanto más me limito, más me libero». Vivimos en el mundo del capricho, del «todo ya»; ponerse límites ejercita la imaginación, la paciencia y la disciplina.

¿Bailar en la cueva

Todos los discos me los planteo como viajes a lugares que no son del todo míos. Siempre estoy abierto a aprender e incorporar pacientemente cosas. El baile, por ejemplo: es un regalo de Bailar en la cueva que demoró hasta la gira actual en hacerse efectivo. Le estoy enormemente agradecido a ese disco por ello. Ahora bailo en el escenario. Y fuera de él. Hay pocas experiencias más enriquecedoras.

¿Se ve como un anti-cantautor que sí es un cancionista?

No soy un anti-cantautor (en realidad no soy anti nada); simplemente me gusta más la definición de «cancionista» porque es más vaga y no trae aparejadas tantas predeterminaciones temáticas, arreglísticas y de estilo como la de cantautor. Personalmente, no me gusta la palabra: esa conjunción forzada por un diptongo de las palabras cantante y autor. Preferiría trovador, juglar.

¿Uno no escribe sobre lo que quiere, sino sobre lo que puede?

Exactamente.

¿Quién es su maestro?

Tengo varios: Fernando Cabrera, Caetano Veloso, Joao Gilberto, Leonard Cohen, Antonio Escohotado. ¡Por nombrar unos pocos!

Se ha manifestado horrorizado por las imágenes que vienen de Nicaragua. ¿Qué está pasando en América Latina?

Muchísimas más cosas de las que se pueden analizar en esta respuesta breve. Prefiero opinar como espectador (como hago en redes) y no como analista (claramente no tengo esa preparación).

¿Es el reggaetón el enemigo?

Mis enemigos son los fabricantes de minas anti-persona, no las personas que escriben canciones que puedan o no gustarme. Si el reggaetón es malo (cosa que no depende de mi juicio) es por causa de los compositores, o sea, nosotros. Escribamos mejores canciones para esa clave de ritmo ancestral y poderoso.