El pasado jueves tuvo lugar el homenaje a la memoria de Paquito Esplá, infatigable novillero en los años 40 y 50 del pasado siglo, iniciador de una saga familiar fundamental en el toreo no solo alicantino, y también empresario polifacético. Quien firma estas líneas no pudo asistir, pero llegan los ecos del acontecimiento casi como llegan los recuerdos del propio Francisco Esplá Vicente.

La memoria de la historia ha variado en su manera de quedar reflejada desde que, a finales de siglo XIX, comenzaran a aparecer las diferentes técnicas fotográficas y cinematográficas, desarrolladas vertiginosamente en estas últimas décadas en las que ya casi todo queda grabado en fotos y vídeos que, de manera inmediata, reflejan lo que apenas sucedió segundos antes. De Paquito Esplá nos ha quedado, sobre todo, memoria narrativa. Es decir, sabemos y conocemos de sus hechos y hazañas principalmente por quienes los vivieron y tuvieron la oportunidad de contarlos. También queda memoria gráfica en blanco y negro, pero apenas con esos fogonazos se puede uno hacer una idea de la realidad acontecida. El jueves, bajo la conducción de José María Jericó, narraron los recuerdos del patriarca de los Esplá su amigo Fernando Claramunt, Vicente Hipólito y sus hijos Luis Francisco y Juan Antonio. Me cuentan que también Santiago, uno de sus nietos y todavía aspirante a torero, trató de recordar la figura de su abuelo, pero la emoción casi apagó sus palabras. La historia contada de Paquito Esplá, como tantos pequeños grandes héroes de la intrahistoria alicantina de la posguerra, no solo como novillero (casi una honrosa década), sino también como dinamizador de la cultura y el espectáculo en nuestra ciudad. La palabra revivió al padre dedicado, al maestro de los terrenos del toro, al empresario audaz que ya hizo de su placita Vista Alegre, en el barrio de los Ángeles, un coso multiusos que era escuela taurina, ring de boxeo, cine de verano, circo de variedades, también aquella primera plaza portátil... Igualmente hubo historias en las palabras de Julio de España, de Vicente Fernández «El Caracol», de Paco Llorca... Y tantas cosas que los testimonios nos seguirán trayendo y perpetuando.

La historia se sigue escribiendo, claro. Es la actualidad, que nos llega esta misma tarde en València con la actuación de José Mari Manzanares ante reses de Núñez del Cuvillo junto a Sebastián Castella y Roca Rey, en el cartel estrella de la Feria de Julio de la capital del Turia. Al torero alicantino le espera un ajetreado primer fin de semana de agosto, el viernes 3 en Huelva, el sábado en El Puerto de Santa María y el domingo en Pontevedra, de una punta a otra de la geografía de la piel de toro. Y al siguiente, el 10 vuelve a la localidad gaditana para anunciarse el domingo 12 en la francesa Dax. El punto álgido llegará en la Aste Nagusia bilbaína, donde hará doblete las tardes del 21 y 22 en la feria más importante del taurinísimo mes de agosto. En todas ellas podrá resarcir a la afición del fiasco del pasado viernes en Santander... Y Alicante, claro, donde disfrutaremos dos festejos los próximo días 2 y 3 en honor a la patrona de la ciudad, la Virgen del Remedio. El jueves será el turno de alumnos de escuelas taurinas a nivel internacional: Alejandro Rodríguez (Madrid), Miguel Senent «Miguelito» (Valencia), Arturo Giglio (México), Lucas Miñana (Beziers), Cristian Expósito (Alicante), Rafael Ponce de León (Nimes) y Lalo de María (Navas del Rey). Lidiarán animales de El Parralejo en una lección práctica con entrada gratuita. Y el viernes será el turno de la única novillada con picadores de la temporada alicantina, en esta ocasión con la lidia de utreros de José Cruz por parte de Toñete, Jorge Rico y Borja Ximelis. Con este festejo, además, se dará por concluida la temporada taurina, que pasará a ser historia, la historia que se cuenta y se vive, que emociona y enseña, y que algún día, como con Paquito Esplá, nos permitirá también hacer un poco de justicia en el recuerdo vivo de quien fue, sobre todo, un hombre bueno.