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Mil y una

Dulce sin palabras

Jordi Roca, el repostero más internacional, y su mujer Alejandra Rivas, le dedican un helado a la cara del moro del monte Benacantil

Jordi Roca y Alejandra Rivas, esta semana en Alicante.

«¿Cuándo me has hecho una tarta de cumpleaños?¡ No me has hecho nunca una!», le dice Alejandra con tono mejicano y con sus ojos verdes abiertos como platos. En todas partes se cuecen habas, pienso. Jordi se queda pensativo, me mira y dice «¡Esto no lo pongas!». Lo cierto es que después de ocho años de relación y tratándose del mejor repostero del mundo, y no porque lo diga yo si no la lista de premios internacionales que así lo dictan, sorprende el asunto. Pero queda disculpado: «No me hace tartas pero me cocina y me mima mucho. Y en casa como los mejores postres, el que más me gusta el lactil», comenta Alejandra.

Jordi es el pequeño de los hermanos Roca, los tres regentan el Celler Can Roca, segundo mejor restaurante del mundo, según el ranking de The World's 50 Best Restaurants (número 1 en 2013 y 2015). El reconocido chef pastelero tiene un problema en una cuerda vocal que le ha producido una afonía que está durando más de lo esperado, dos años. Así que le pido que no fuerce la voz y se acerca al oído de Alejandra cuando le pregunto. «¡No me voy a acordar!», le dice ella. Pero, traslada perfectamente todo lo que él dice. Es evidente que están compenetrados y no sólo en la cocina. Hay mucha complicidad, Ale, como él la llama, no sólo le lee los labios, también la mente. Se conocieron cuando ella vino de Méjico de prácticas. «Estaba superconcentrada en mi trabajo, quería aprender y trabajar. Pero mi jefe en El Celler tuvo que irse y le sustituí. Jordi era mi responsable y poco a poco? Aunque primero fue el flechazo con sus postres. Luego surgió el amor», cuenta Alejandra y Jordi ríe llevándose las manos a la cabeza. Ahí empezó la historia de la pareja más dulce de España: «¡Damos con el perfil», bromea Roca. En casa de Jordi, no faltan helados pero sobretodo chocolate. De hecho, el mejor pastelero del mundo recuerda su primer postre, «un mousse de chocolate que ¡fue un desastre!». Después, cuenta que vinieron muchas repeticiones y más errores.

Esta semana presentaron en Rocambolesc del espacio Gourmet Experience de El Corte Inglés de Alicante su helado «La Cara del Moro». «Nos apasionó la historia, muy rocambolesca, y hemos estado mucho tiempo dándole vueltas a los ingredientes para conseguir este helado de horchata de chufa y turrón». La leyenda del origen del nombre de Alicante es toda una tragedia que surge de una historia de amor entre una princesa morisca, Cántara, y su pretendiente Ali. La pareja muere y el padre de la princesa no puede superar la pérdida quedando su imagen petrificada en el monte Benacantil. Una historia de amor que ha inspirado a la pareja que no tiene un final trágico, a no ser que Roca no le haga finalmente a Alejandra en octubre su anhelada tarta de cumpleaños.

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