Decía ayer Luis García Montero, nuevo director del Instituto Cervantes, que llevaba cuatro días dando discursos. Exactamente desde que el pasado día 24 comenzó en la provincia la reunión de directores de este organismo en todo el mundo. Primero Orihuela, luego Monóvar y última parada, Alicante, donde ayer se clausuraron las jornadas en la sede de Casa Mediterráneo. «Ha sido especialmente significativo para mí en este primer encuentro en el que he participado, haber podido respirar el aire de personas tan significativas para la literatura y para mí, como Azorín, Gabriel Miró y Miguel Hernández».

Precisamente el poeta oriolano «ha estado muy presente desde el año pasado en las actividades del Cervantes, de hecho yo asistí a la presentación de las obras completas en la sede de Madrid, y el centro de Manila lleva su nombre», por lo que «mi trabajo no va a llenar ningún vacío sino a continuar la labor que cualquier poeta, en las distintas lenguas del Estado, se merece». Y afirmó que «intentaremos corresponder a la hospitalidad que hemos recibido con un compromiso no ya con Miguel Hernández sino con toda la cultura alicantina y valenciana».

Uno de los caminos para ello pasa por el acuerdo de colaboración firmado con el Centro de Legados de la Fundación Caja Mediterráneo. «Me pasaron toda la documentación de los legados y es muy importante; a partir de ahí hay que trabajar y empezamos a tratar los contenidos y a pensar en exposiciones con el material que hay en este fondo». En este sentido, hizo mención a su visita a la Casa Museo Azorín. «Fue muy emocionante que me abrieran las puertas de una biblioteca donde pude ver libros de Rubén Darío dedicados a Azorín, de Pedro Salinas, de Rafael Alberti... y estar cerca de esos recuerdos que uno está acostumbrado a ver en los libros».

Y de escritor a escritor, tuvo palabras para sus antecesores. «Han dirigido esta institución otros poetas y también amigos como Jon Juaristi y Juan Manuel Bonet, y me alegra que los poetas además de mostrar que tenemos los pies en las nubes también tenemos los pies en la tierra».

Habló también de la «vocación y el entusiasmo de todas las gentes del Cervantes» y mostró su satisfacción porque esta entidad «nos sale muy barata» a los contribuyentes. «A la hora de defender la cultura en español, a la hora de defender un idioma que articula a tantas naciones, a la hora de divulgar las culturas de las distintas nacionalidades y regiones que se integran en España, pues todo eso a los españoles nos viene costando poco más de un euro al año, entre otras cosas porque hay una parte muy importante de autofinanciación». Eso, declaró, «me parece muy importante a la hora de estar orgullosos de nuestro trabajo».

El Cervantes, destacó, «no puede entrar en políticas coyunturales, pero sí puede hacer diplomacia cultural con mayúscula». Y afirmó: «No somos propietarios de nada sino un país más a la hora de escribir y hablar en español», en referencia a las relaciones con los países latinoamericanos.

Mostró su preocupación por «la degradación» del lenguaje con las nuevas plataformas y redes sociales, algo que está «en el centro de nuestra preocupación». «Cuando se renuncia a las ilusiones colectivas, con un OK basta; cuando tenemos que hacer que el otro nos comprenda, un OK no basta, hay que defender los matices del lenguaje para pensar lo que estamos diciendo y eso está en la base de la reivindicación de la cultura».

En la clausura de esta reunión, García Montero estuvo acompañado por el secretario general del Cervantes, Rafael Rodríguez Ponga; el diputado de Cultura, César Augusto Asencio (esta institución ha llevado el peso de la organización de este evento con la aportación de 50.000 euros), y el director de Casa Mediterráneo, Javier Hergueta.