Lucha contra los elementos y a favor de las cosas elementales. Una de ellas, que la cultura es riqueza y fundamental para el individuo. Tan obvio para él como que el arte es un arma para abrir las mentes en una sociedad adormecida y dominada por los idearios políticos y, aunque no seamos conscientes, por las nuevas tecnologías. «La cultura aquí cuesta mucho porque no se ve como una inversión de primera necesidad cuando yo creo que sí lo es».

Todo eso lo ve claro Daniel G. Andújar, artista nacido en Almoradí, instalado en Barcelona y ciudadano del mundo que intenta cambiar. Hace dos años el Reina Sofía le dedicó una exposición monográfica y el pasado año participó en Documenta 14 en Kasel y Atenas. Ahora ha vuelto a casa, donde no se veían sus obras hace años, para mostrar una pieza en la exposición Retrato del ciclo 365ALC en la Lonja de Alicante, donde hoy, a las 20 horas, ofrecerá una conferencia, dentro de la Noche en Blanco.

The power of securtiy es el título de la obra que muestra, realizada en el año 2000, y también de la charla que compartirá con los asistentes. Una forma irónica de concebir el retrato, a través de fotografías distorsionadas tomadas de foros de hackers. «La idea era que son personajes anónimos, pero que tienen una trascendencia como nuevo colectivo que tiene influencia y controla muy bien la tecnología».

Eso fue hace 18 años y, aunque el tema sigue estando de actualidad, ahora extrapola su concepto de retrato al mundo del selfie. «El noventa y pico por ciento de todos los selfies son exactamente iguales porque los móviles crean una especie de estereotipo de lo que se va a fotografiar que no permite variar; solo lo que permite la propia estructura de la cámara. Es el mismo enfoque, cambian las personas, pero el retrato es el mismo. Y eso responde a una falta de interés o a una carencia de nuestro sistema educativo porque mucha gente no habrá ido nunca al Prado a ver un autorretrato», afirma el artista.

De todo eso y más hablará esta tarde a partir de esa exposición colectiva que le ha traído de nuevo a Alicante. «Cuando acabe, en octubre volveré a Valencia -donde este mismo año expuso en el Centro del Carmen la «falla» que presentó en Documenta- con una muestra que, aunque no me gusta mucho el término, va a ser bastante retrospectiva». Allí mostrará el proyecto que presentó en el Museo Reina Sofía «pero contextualizándolo para el Centro del Carmen; además habrá obras nuevas y otras históricas, la más antigua de los 80».

No será la de esta tarde la única cita que tendrá este artista en Alicante. Mañana participará en las residencias artísticas A Quemarropa en Las Cigarreras, donde se reunirá con los diez elegidos para este ciclo. «Es una especie de asesoramiento, de intercambio, para comentarles cosas y compartir experiencias. Lo hago también por relacionarme con ellos y apoyar proyectos porque yo sé lo que cuesta sacarlos adelante de forma autónoma».

De hecho, las residencias artísticas son habituales en otros países, afirma, porque «lo que hace es una competencia sana, ayudar a entender el estudio como algo colectivo, interesarse por el trabajo de los demás... En Canadá, Alemania o Bélgica son permanentes».

Y es que, asegura, «ha habido un cambio fundamental en nuestra Comunidad en los últimos años; a nadie se le escapa que el tema de los concursos ha permitido a la gente hacer uso de las infraestructuras culturales y eso es un cambio fundamental».

No obstante, «Alicante es un modelo muy criticado porque se puede hacer mucho mejor, no hay más que ver la gestión que se hace en Málaga. Aquí tenemos un turismo británico o alemán, pues veamos qué están acostumbrados a consumir en sus países en materia de cultura».

Una de cal y una de arena. Cree que hay instituciones españolas «con mucho prestigio fuera, como el Reina Sofía, que es algo excepcional, y otros que esperamos que despierten, como el IVAM. Muchos están todavía infradotados económicamente y habría que hacer un mayor esfuerzo, aunque es verdad que la inversión en cultura está cambiando».

Ahora prepara una exposición para la ciudad belga de Gante. «Es pequeña pero tiene una universidad de arte potentísima y residencias de artistas de varios años con mucha proyección a nivel internacional».

¿Y un reencuentro con Alicante con una exposición? «A ver si es posible».