La artista alicantina Olga Diego recrea El Jardín de las Delicias de El Bosco en el Centre del Carme de València. Con más de 400 metros cuadrados, la instalación de Olga Diego, que ocupa la Sala Dormitori, sumerge al visitante en un paraíso de libertad creativa y sexual donde el pecado de la carne del que advertía El Bosco es sustituido ahora por el plástico, en una crítica al capitalismo y a la sociedad de consumo. La exposición, titulada Jardín Autómata, es una gigantesca instalación formada por un centenar de esculturas inflable-electrónicas inspiradas en los extravagantes y sugerentes personajes de El Bosco .

«En mi obra busco provocar una experiencia. Tengo la sensación de haber creado en la Sala Dormitori un pequeño microuniverso. La pieza se activa cuando el espectador se introduce en ella, necesita entrar dentro de ella, recorrerla, para poder reconocer a cada uno de los personajes que se mueven y respiran como seres vivos a su alrededor», aseguró ayer la artista durante la presentación de lal muestra.

En el acto estuvo acompañada por el director del Consorcio de Museos, José Luis Pérez Pont, quien explicó que la obra de Olga Diego «nos introduce en una nueva dimensión del arte donde las obras ya no sólo se pueden observar sino que cobran vida e incluso respiran».

El punto focal que provoca la idea, es La cabalgata del deseo pintada en el panel central del tríptico. En ella, seres humanos desnudos disfrutan, junto con animales de todas las especies, de un mundo de placer sin límites. Estos elementos son los que también aparecen en Jardín Autómata, una orgía visual y creativa. Un laberinto de grandes cuerpos traslúcidos que sugieren una existencia mágica. Diferentes humanoides, cuadrúpedos y personajes híbridos son suspendidos en el espacio de la sala en una composición aérea y en continuo movimiento, mientras otros inflables se encuentran posados en el suelo recreando escenas más terrenales y libidinosas.

«Jardín Autómata ha supuesto un reto constructivo, pero también un insinuante paraíso en cuanto a las formas a crear», explicó la artista quien reconoce que trabaja tensando los límites de lo artístico y lo físico como en su último trabajo en Londres en el que estuvo 58 horas dibujando sin parar.