Denise García nació por casualidad en un pequeño pueblo de Italia, mientras su familia trabajaba en el circo que generación tras generación mantiene la estirpe de Massimo Medini. Pasó el tiempo y ambos unieron sus vidas como pareja artística y también sentimental. Después tuvieron una hija mientras el circo seguía siendo su vida. Y esa familia creció cuando El Circo del Sol llamó a su puerta para integrar sus acrobacias sobre patines en el espectáculo TotemTotem.

Dicen que la mayor lección de respeto y convivencia la han recibido en este sueño artístico en el que participan desde 2009, como parte del equipo original. Cuando uno ha nacido y vivido en el mundo del circo pertenece a muchos sitios y a ninguno. Pero su hogar, el de verdad, ellos lo tienen en Alfaz del Pi. Después de recorrer multitud de países, de crecer y desarrollarse como personas y artistas bajo una carpa, encontraron el calor del hogar en la costa alicantina.

Por eso, que la gran carpa esté instalada en Alicante y se quede hasta el 19 de agosto para presentar el espectáculo Totem es para ellos de una emoción superior a la de otra parada cualquiera. «Ahora vamos a trabajar delante de nuestra gente, de nuestros amigos, de nuestras familias, porque ellos no nos han visto en El Circo del Sol», asegura Massimo.

Y es que la historia tiene recorrido. La cuentan después de haber ensayado el número de patinaje acrobático que protagonizan. Han sido dos semanas de vacaciones desde que dejaron Málaga y ahora hay que volver a la pista. Aunque esta vez el camino desde casa es mucho más corto. «Muchos artistas de circo tradicional han acabado en la Comunidad Valenciana al retirarse y sobre todo en Alicante... puede ser por el clima», explica Denise.

Su hermana era contorsionista, se casó también con un artista de circo y cuando ese mundo se acabó decidieron instalarse en Alfaz del Pi. «Se quedó aquí y también mi padre, mi madre, mi tía... así que nosotros también decidimos que aquí estaría nuestra casa; ahora tenemos mucha familia y muchos amigos; este es nuestro hogar», afirma la patinadora.

Primero compraron un piso. Eso fue en 2002 y en 2014 una casa con mucho terreno. «Cuando el cuerpo diga basta -asegura Massimo- tenemos pensado montar una escuela de circo en casa, para que los niños puedan hacer algo distinto».

Su hija lo hace. Con 12 años se prepara para ser contorsionista aunque como es menor de momento solo entrena. Y va al colegio, porque El Circo del Sol piensa en todo y también tiene escuela.

«Nosotros somos la tercera generación de nuestra familia dedicada al circo y cuando nos ofrecieron la posibilidad de incorporarnos al Circo del Sol fue como si le preguntas a un actor si quiere un Óscar», destaca el patinador y acróbata al narrar cómo los ojeadores de esta compañía les vieron en Alemania en 2008 y les ofrecieron trabajar en este «sueño».

Ellos, como el resto de compañeros, ensayan una o dos horas diarias antes de la función. Y cuentan con fisioterapeutas y coach que les ayudan a entrenar el cuerpo y la mente para llegar más lejos. «Aquí hay una organización muy grande -dice Denise-, hay muchas cosas extras y aquí hemos encontrado también la que es nuestra familia; hay muchas nacionalidades diferentes y es muy bonito que podamos estar en armonía siendo tan diferentes».

Son más de 4.000 funciones de Totem las que llevan en sus pies, aunque dicen que cada vez que atraviesan el túnel que conduce a la pista «es como la primera vez, la misma sensación». Y es que, para este artista italiano, «hay algo especial, algo mágico en el escenario del Circo del Sol». Circo se puede hacer «en todos lados», pero el Circo del Sol «ha cogido la cosa tradicional, como la carpa, el modo de viajar, pero lo ha transformado en otra cosa, no puedo decir que mejor que lo de antes pero sí diferente, ha dado un cambio total y una profesionalización difícil de conseguir en otro sitio».

Ahora les espera un año y medio por Europa, luego Sudamérica y después hablan de China. «Vamos a ver cuánto aguantamos porque trabajamos con el cuerpo, pero vamos a seguir, disfrutar y coger toda la buena energía que nos dan aquí para transmitirla a la gente». Y después de todo, les espera Alfaz del Pi.

Un sueño cumplido

Para el sevillano Álex Romero convertirse en director musical de Totem ha supuesto hacer realidad un sueño. «En 2004 fue Saltimbaco a Sevilla y recuerdo esa impresión al verlo, con la banda en medio del escenario. Entonces pensé que algún día quería estar ahí».

Lo consiguió en 2010, después de pisar escenarios con David de María, Manuel Carrasco o India Martínez. «He recorrido más de 40 países con este espectáculo y cada día es distinto». Lo dice porque cada función se enfrenta a tres teclados, un acordeón y cuatro ordenadores para coordinar con los músicos y con los técnicos de iluminación que todo sincronice a la perfección con los movimientos de los artistas que cambian en cada representación.

«Somos ocho músicos y además de tocar tengo que hablar con el resto y con los iluminadores para contarles qué tienen que hacer», destaca.

Además, «siempre es distinto el espectáculo porque cada artista decide cosas que quiere cambiar en el escenario y yo que les conozco bien tengo que explicar a los músicos qué hacer».

El director musical de Totem afirma que el trabajo le «encanta» y que está en «una gran familia». «Hay 27 nacionalidades pero aprendes a crear una nacionalidad única de respeto».