Un día cualquiera en una piscina municipal. Esta es la sinopsis de Leyenda dorada, el nuevo trabajo del ilicitano Chema García Ibarra en forma de cortometraje, que dirige junto al director vasco Ion de Sosa. Aunque basado en las experiencias de la infancia en el pueblo de este último, el guion ha sido elaborado por el primero, por lo que no es extraño que la historia «costumbrista con elementos fantásticos» lleve la firma de García Ibarra, al que le gusta combinar escenas de la vida diaria sin alharacas en mundos de ciencia ficción.

Dos años después de su último corto, La disco resplandece, el cineasta ilicitano, autor de títulos laureados desde Sundance a la Berlinale como Misterio, Protopartículas o El ataque de los robots de Nebulosa-5, ha abandonado el paisaje de la provincia para rodar en un pequeño pueblo de la provincia de Cáceres, Montánchez, y, concretamente, en su piscina municipal.

Toda la película sucede en este escenario y García Ibarra explica que Leyenda dorada es una historia que se «ha independizado» de un proyecto conjunto de largometraje dirigido por De Sosa en el que el de Elche ha escrito el guion. «Dimos con una idea que estaba dentro de ese proyecto pero que tenía cierta independencia y decidimos independizarla para contar un día normal en una piscina municipal en el pueblo de la infancia de Ion, con sus amigos de entonces», explica Chema García, que visitó el pueblo hace dos años en medio de unas vacaciones y ahí surgió «el impulso inicial».

Sin actores ni actrices profesionales, como suele ser habitual en el cine de García Ibarra, han echado mano de los habitantes de Montánchez buscando a gente de todas las edades, «gente normal que te encuentras en una piscina municipal», e incluso haciendo casting de «toallas extremas» y usadas -la ilicitana Leonor Díaz es la directora de arte y vestuario- para que el atrezo fuera «lo más realista posible».

Tampoco los diálogos son estrictos. «Ningún actor es profesional así que se le explica la idea que debe desprenderse del guion y él dice lo que considera con un par de ensayos antes de rodar para que sea algo espontáneo y natural», explica el director, que en esta ocasión no ha podido contar con su primo José Manuel, al que incluye en todas sus películas, «pero en la próxima lo saco dos veces», bromea.

Chema y Leonor son los únicos ilicitanos en este proyecto iniciado con una productora vasca, cuyo rodaje se produjo a finales de junio y se hizo en película de 16 milímetros.

« La disco resplandece -rodada en Callosa de Segura ya la hice así, en 16 milímetros, y me gusta porque recoge muy bien la luz natural, los colores... El celuloide tiene más de cien años de uso y posicionamiento y me gusta mucho recurrir a eso, sobre todo para contar cosas que suceden en exteriores, porque lo refleja de forma más fiel que en digital», explica el director ilicitano, que está esperando que se revelen los 50 minutos de metraje «para ver los planos a ver qué hemos hecho» y de ahí saldrá un corto «de 7 u 8 minutos».

El resultado, aún por descubrir, él barrunta que será «súper veraniego, muy soleado e iluminado, todo el mundo está por ahí corriendo por la piscina en bañador... Queríamos transmitir esa idea de verano total», indica García Ibarra, que confía en conseguir ahora dinero para la postproducción y el montaje.

De su mano a mano con Ion de Sosa -ambos habían trabajado ya anteriormente en Sueñan los androides y en La disco resplandece-solo tiene buenas palabras: «Nos llevamos muy bien y tenemos intereses parecidos».

La previsión es que el corto esté terminado a final de año y en 2019 presentarlo en un festival internacional. La disco resplandece se presentó en el de San Sebastián en 2016, Misterio en la Berlinale en 203 que, junto a los dos cortos anteriores, ha sido seleccionado tres veces en el festival de Sundance.