n Tino Barriuso dejó una huella imborrable en Burgos, ciudad en la que nació y murió (1948-2017), donde escribió sus libros y artículos de prensa, formó a generaciones de estudiantes de bachillerato e intervino activamente en su vida política y cultural. Fue un hombre de cultura extraordinaria, humilde, apasionado y generoso, muy querido también por personas de ideologías políticas o estéticas literarias opuestas a las suyas. Fue una figura fundamental para la modernización de la cultura y la sociedad burgalesas. Entre sus muchas iniciativas, fundó (junto a otros escritores e intelectuales, como Antonio L. Bouza) la revista Artesa, que se publicó por primera vez en 1969 y que tuvo una gran repercusión nacional.

Escribió obras de todo género (teatro, novelas, cuentos, pregones?), pero destacó fundamentalmente como poeta. En Hiperión se encuentra su trilogía conformada por Paloma sin alas (1991), Que asedia el mar (1999) y Una súbita esquina (2007). Tino Barriuso tenía como mejores armas literarias la naturalidad, la emoción y la capacidad de crear imágenes muy potentes. Sus versos son profundamente líricos y suelen recrear estampas íntimas con forma de monólogo o de recitado. Su elocuencia, su amor (y dolor) por España y sus sentidas alusiones religiosas le dan a veces un tono unamuniano. También cultivó la poesía social (Neruda, Alberti, Miguel Hernández o León Felipe estaban entre sus autores predilectos). En 2014 preparó una antología de toda su obra que publicó su gran amigo Eduardo Fraile en la editorial vallisoletana Tansonville con el título de Noticia de un antiguo paraíso. Ahí están sus poemas favoritos y su mejor autorretrato lírico.

Tras haber colaborado en otros medios periodísticos, los últimos años de su vida estuvo estrechamente vinculado al grupo Promecal, especialmente a Diario de Burgos. Aquí publicó no sólo artículos (siempre hondos, comprometidos, cultos y llenos de humanidad y poesía), sino también una novela por entregas, Sil. Su muerte dejó desconsolados a los lectores y compañeros, quienes todavía no nos hemos acostumbrado a su ausencia y seguimos buscamos sus textos en las páginas del periódico.

Tino Barriuso siempre estuvo atento a las nuevas voces poéticas y brindó su consejo y apoyo entusiasta a los jóvenes que escribían sus primeros versos. El premio que se convoca ahora con su nombre quiere mantener esa vocación de promover la poesía entre los nuevos talentos.