Por el gentío que se iba arremolinando desde la calle San Vicente ya se veía venir que la corrida había levantado una enorme expectación. También resultaba significativo el panorama en la plataforma Bacantix media hora antes del comienzo, con muy pocos huecos disponibles en color verde para quienes quisieran comprar una entrada, y a la hora en punto los vomitorios de los accesos de sombra continuaban atestados de espectadores que trataban de llegar a sus localidades, unos pacientemente y otros pugnando por conseguirlo no siempre con la debida y esperada paciencia.

En estos tendidos de umbría no cabía un alfiler y en el sol no faltó mucho para el lleno, por lo que resultó destacable el esfuerzo del personal al cuidado de los controles de acceso, pues hubieron de emplearse a fondo. Plazas de toros con dos tendidos de sombra será el invento del futuro.

La presidencia fue recibida con silbidos por retrasar dos minutos, dos, el comienzo del espectáculo, justo los dos minutos de retraso con los que llegó Roca Rey, a causa de las dificultades para abrirse paso en medio del gentío que lo aclamaba, y que esta vez fue salvado por la campana, valga el símil pugilístico. En los tendidos altos y en las andanadas de sol se hicieron notar las primeras peñas fogueriles, tan típicas como escasas en los últimos tiempos, con sus charangas y su cachondeo para que se note que son fiestas.

Desde el callejón resultó destacable la aparición del artista y músico Andrés Calamaro, el presidente de Tempe, Vicente García, al que Roca Rey le brindó un toro; el entrenador de fútbol Juande Ramos y Federico Arnás, direc tor del programa Tendido Cero de TVE. También los empresarios y apoderados Ramón Valencia, Lionel Buisson y Manolo Carrillo, los toreros Francisco José Palazón, Varea, Manuel Amador, José Antonio Campuzano, el rejoneador Manuel Manzanares, amigo íntimo de Talavante, y el ganadero de la tarde, Joaquín Núñez. Todos los banderilleros iban bordados en azabache excepto Juan José Trujillo de plata, justo al contrario que los picadores que brillaban de oro menos Manolo Cid, de azabache.

Durante el tercio de varas del segundo toro resultó lesionado el varilarguero Miguel Ángel Muñoz mientras guardaba la puerta, tras ser derribado y quedarse atrapado debajo del caballo en mala postura. Tuvo que ser atendido en la enfermería de la plaza de toros sin mayores consecuencias, así como un espectador del tendido 3 hubo de ser evacuado por los equipos sanitarios tras sufrir una lipotimia, pero la palma fue para un pícaro que quiso irse sin pagar sus copas y casi acaba en la comisaría.