En los años 20, un incansable caminante (y eminente músico) llamado Óscar Esplá encontró una serie de pinturas geométricas en una gruta de Tárbena. El compositor le comunicó el hallazgo al paleontólogo Jiménez de Cisneros. Sin saberlo, estaba haciendo historia porque dio con el primer abrigo rupestre que se encontró en la provincia, la Peña Escrita. Hoy son más de dos centenares los que se han registrado, muchos de ellos con la particularidad de estar catalogados como arte macroesquemático, único de momento.

La existencia de estas huellas de la prehistoria justifican por sí mismas, además del hecho de que se cumplen dos décadas desde que fueran reconocidos como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la exposición que el próximo día 5 de julio se inaugura en el MARQ y que ayer se presentó en el Museo Arqueológico Nacional. Rupestre. Los primeros santuarios, que se podrá ver hasta el 7 de enero, es atípica por muchos motivos. El primero y fundamental, que los abrigos se darán a conocer a través de 27 calcos, seleccionados de los realizados por el Centro de Estudios Contestanos desde los años 70, de esas pinturas descubiertas en más de un centenar de yacimientos. Los últimos, los realizados en 2006 en el abrigo de Cabeçó d'Or de Relleu, que mostrarán por primera vez las pinturas de ese espacio, tal como aseguró Jorge Soler, director de exposiciones del MARQ y comisario de la muestra junto a Rafael Pérez, director del Área de Arquitectura de la Diputación, y la profesora de la UA Virginia Barciela.

Todos estos calcos nunca antes se habían expuesto y «han estado en contacto con las pinturas, por lo que son el puente en el tiempo», afirmó Rafael Pérez, que destacó junto a sus colegas el papel que en estos trabajos han tenido las figura de Mauro Hernández y Pere Ferrer. A los calcos se unen 250 piezas, procedentes de 19 museos, entre ellos el MAN, el Arqueológico de Asturias, el de Cantabria o el Numantino de Soria.

También se verán un conjunto de imágenes grabadas con dron, que acercarán esas manifestaciones artísticas al público por primera vez, «ya que muchos de los lugares son totalmente inaccesibles», destacó Soler.

Rafael Pérez desgranó en la presentación en Madrid, a la que acudieron también el diputado de Cultura, César Augusto Asencio; el director técnico del MARQ, Manuel Olcina, y el director gerente de la Fundación MARQ, José Alberto Cortés, la innovadora museografía realizada para esta muestra. La primera sala se dedica al Paleolítico, reproduciendo de forma abstracta parte de las Cuevas de Altamira; la segunda, se centra en el arte macroesquemático, «que ya sale fuera de las cuevas y representamos el santuario del Pla de Petracos». En la tercera, se va a instalar una gran mesa de 18 metros «que corresponde a la planta de una caverna y encima de ella se sitúan calcos, documentos y objetos».

A ello se unen audiovisuales, un espacio sonoro que firma Luis Ivars, y para terminar el recorrido un guiño al arte contemporáneo, que ha gestionado Dionisio Gázquez, que incluye el cuadro de Miquel Barceló Il Pittore a Borgoña de la Fundación Caja Mediterráneo, así como el documental sobre este artista en el País Dogón, y el realizado por TVE sobre Picasso, según destacó José Alberto Cortés. De hecho, el MARQ está trabajando con el MACA en actividades didácticas conjuntas.

Y es que, tal como añadió Virginia Barciela, el arte rupestre «es el reflejo de unos modos de vida en un momento crucial de la humanidad».

El diputado de Cultura destacó en el acto, al que asistió Andrés Carretero, director del MAN, lo «novedoso» del diseño expositivo y el papel de «las nuevas tecnologías» que permiten «hacer accesible a las personas esas pinturas que ni siquiera desplazándose a esos lugares podrían ver».